Las elecciones norteamericanas estarán aún pendientes de procesos judiciales, recursos y todo tipo de estrategias legales impulsadas por la candidatura del presidente Trump para impedir el recuento del voto por correo. Lo paradójico es que el hombre más poderoso de los Estados Unidos, en la cúspide de la maquinaria gubernamental, acuse a la candidatura demócrata de intentar un pucherazo. Resulta aún más increíble que la acusación se base en la nada más absoluta. Porque hasta ahora ninguna de las denuncias de fraude hechas por la candidatura republicana alega hechos o datos concretos que establezcan indicios racionales de comisión de irregularidades por parte de Biden y los suyos. Lo más grave es que el presidente Trump viene preparando el escenario desde hace años, arrojando sombras de duda sobre el voto anticipado o dificultando a través de diversas artimañas el ejercicio de este. Y es que el actual inquilino de la Casa Blanca puede recibir muchas acusaciones, muchas de ellas fundadas, pero nadie le podrá acusar de no ir de frente y actuar sin vergüenza para obtener los objetivos que se fija. Hace meses que Donald Trump anticipó el escenario de caos que ahora se está viviendo, y eso y no otra cosa es lo que está pasando, dicho y hecho.

La conclusión es que para los populismos la realidad es accesoria, si no existe se construye y si no se inventa. Es una versión mucho más zafia e insultante que la habitual manipulación de la verdad que en ocasiones se hace desde el poder. Los populismos construyen universos paralelos al margen de realidad. Si estudiamos el proceder habitual de partidos y gobernantes populistas observamos como han hecho de la mentira un arma cargada de posibilidades. Todo ello sin que la mentira tenga coste, y apoyados en una legión cada vez más numerosa de entusiastas seguidores que muestran fe ciega en las historias y las teorías inventadas por los líderes. Es aquí donde la política y los partidos tradicionales tienen que reflexionar sobre los graves errores que ellos mismos están cometiendo. Porque hasta que no averigüemos cuales son los motivos aparentes y profundos que hacen que los populistas estén teniendo tanto éxito en los tiempos que corren, seguiremos echando a millones de personas en brazos de líderes que masacran los hechos sin rubor y con un alto rendimiento electoral.

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