Mascarillas de oro y brillantes

El hermano de Ayuso fue un panoli que apenas ganó unos miles de euros: que Madrid le compense con una colecta popular

Esos dos pavos que se llevaron seis millones de euros en comisiones por vender mascarillas al Ayuntamiento de Madrid han dicho que lo hicieron para ayudar, y a lo mejor es cierto, quiero decir que es posible que se cortaran un poco a la hora de pedir, porque si hubiera sido para negociar, igual habrían pedido el triple, lo que hubieran querido, pues como estábamos en una situación de emergencia, se ve que los organismos públicos pagaban lo que fuera sin ningún tipo de control y sin ni siquiera mirar el género para comprobar que no era defectuoso. "¡Mascarillas, vendo mascarillas frescas recién traídas de China, vamos, que me las quitan de las manos!".

"¿A cuánto tiene usted el kilo, oiga?". "A ochenta mil euros los cien gramos, pero mire, mire qué calidad, qué textura, toque, toque". "No, gracias, no hace falta, estamos en pandemia y no comprobamos nada. Me fío de usted. Me va a poner mil kilos". "Hombre, si me compra esa cantidad, le hago un diez por ciento de descuento". "No se moleste, usted cobre lo que quiera, que pagan los contribuyentes, yo no voy a regatear". Yo creía que los que no tenían tiempo para nada eran los sanitarios, pero que los encargados de controlar las compras sí que lo tenían para examinar bien el material e incluso parar los pies a más de un jeta: "¿Diez millones por estas mascarillas de mierda, dice usted? ¡Ni que fueran de oro y brillantes! Mire, por ese precio, se las va meter por donde le quepan, una a una. ¿Y estos guantes? ¡Si sólo tienen cuatro dedos!". "Ya, el pulgar tiene que ir al aire, es que con las prisas… pero no nos pongamos exigentes, con la que tenemos encima". "Verá, no le doy más de ciento cincuenta mil por todo el lote". "Bueno, va, trato hecho, si yo era a ver si picaba". Y se ve que sí, que picaban.

Al final va a resultar que el hermano de Ayuso, que apenas ganó doscientos y pico mil, fue un panoli. Yo creo que el pueblo de Madrid tendría que compensarle con efectos retroactivos y, para ello, nada mejor que abrir una suscripción popular, una colecta, venga, manos a la obra, que no se diga que los madrileños no son ricos, ¿pobres, dónde estarán los pobres?, que diría el consejero de Educación, buscando a su alrededor.

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