En qué manos estamos? Hace apenas dos semanas se hace alusión que "España cuenta con un stock suficiente de Remdesivir", giramos la esquina taciturna y desértica calle, y la información es que "España se va a quedar sin Remdesivir en las próximas horas por el aumento de los casos de coronavirus".

La percepción a pie de calle, siendo benévolos, es que tras una nefasta gestión de la crisis sanitaria y económica, al día de la fecha, seguimos pegando bandazos a nivel del Estado y en los asimétricos gobiernos regionales al verse desbordados, especialmente, con la llegada en breve del curso escolar y no existir protocolos que protejan de forma fehaciente a la comunidad educativa, lo que unido a la necesidad de seguir aumentando infraestructuras, equipamientos y personal en la comunidad sanitaria, estamos rozando el volver a entrar en una situación de excepcionalidad constitucional con cartillas de racionamiento. A esto, hay que sumar que la Covid-19 embiste de forma despiadada a los moradores en las residencias de la tercera edad.

No sé sí estamos viviendo un momento apocalíptico, pero nadie podrá contradecir que son tiempos muy crueles, excesivamente sufridos, seguramente aumentados por la globalización, al ver el dolor estoico de las personas, de las familias. Son tiempos en los que cualquier atisbo de ilusión o esperanza se han convertido en desencanto y decepción, al ver como el bienestar social se ha trasformado en incertidumbre, desorientación, falta de transparencia y de ética, adentrándonos en la miseria al quebrarse la justicia social.

A nivel político, más de lo mismo. En la izquierda secesionista cierran filas entre ellos, aunque sea para defender lo indefendible con tal de conservar el status quo y el nivel de las subvenciones, mientras que la plurinacional derecha es cainita y están todos los días en un proceso concurrente de quién es más inteligente, necesario e importante para dar un golpe de timón y ahogar políticamente a quiénes no les rinden pleitesía con servidumbre y servilismo.

Sí inquiriésemos al tejido social, sí con las tesinas publicadas en los diarios oficiales han notado alguna mejoría en los servicios públicos - sanidad, educación, justicia, seguridad y orden público, etc.-, la opinión no sería favorable hacia los gestores políticos. La situación no es nada halagüeña, por si acaso, ordenemos la mortaja y el Sacramento de la Unción de Enfermos por sí irrumpe la parca.

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