Mayor justicia y caridad

Los problemas están ahí en España: pobreza, exclusión, intolerancia y discriminación, nadie los oculta

Dedico estas líneas a las organizaciones sin ánimo de lucro, que están ofreciendo un testimonio fundamental en la actual crisis económica y social derivada de la pandemia sanitaria de la Covid-19, como lo son, entre otras, Cáritas diocesana, el Banco de Alimentos, la Cruz Roja, Cofradías y Hermandades, cuyo tejido asociativo están dejando huella en la sociedad civil española, especialmente, en estas Navidades de una manera fehaciente, notoria y pública, pudiéndose entender, al menos desde un angular, como una respuesta de fidelidad a la Palabra, a la historia de la Salvación, a la lucha contra la pobreza.

Conscientes de nuestras responsabilidades en colaborar en la construcción de un mundo mejor, siempre será mucho mejor hacerlo de forma participada y con conciencia de que la Iglesia católica es absolutamente necesaria en el mundo de hoy, para que no solo se quede en el énfasis del campo de la caridad, sino que lleve consigo poder restaurar un orden social en las cosas y bienes más acordes con el Evangelio, a pesar de las tribulaciones globalizadas, la vida del género humano llegue a ser más humana y más divina.

Los problemas están ahí en España, de pobreza, exclusión, intolerancia y discriminación, nadie los oculta, precisando de más medios materiales y humanos para dar respuesta a las necesidades de asistencia social que evite un estallido social, que si bien las Administraciones Públicas están en ello, especialmente los Ayuntamientos, doy fe de esto, se necesitan más líneas de acción con estas entidades, integradas por bondadosas almas para paliar con espíritu y hondura el sufrimiento, la miseria, la pobreza: Cáritas, Banco, de Alimentos, Cruz Roja y Asociaciones Pías, son testimonios prolongados de la caridad de Dios para alcanzar un mínimo de progreso en una vida plena, una vida libre, digna del ser humano.

Esta triste realidad no puede achacarse a la Providencia. No la quiere Dios. Jesús, como indica el Evangelio, siempre tiene compasión de todos sus hijos. Ni tampoco se puede atribuir a la fatalidad humana. Es más bien el resultado de condiciones sociales y económicas en pugna con la justicia. Lo estamos ahora presenciando con la asimétrica distribución mundial de la vacuna para atajar los contagios de la pandemia, estando en el convencimiento, que si la gobernanza en su gestión pública tuviese una mayor justicia y caridad, podrían contribuir más y mejor al bienestar de la Humanidad y a la paz en el mundo.

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