República de las Letras

Mayoría absoluta

Tras las elecciones, diré como Tip y Coll: hablaremos del Gobierno. Aunque no sé si la próxima semana

Están eufóricos. La mayoría absoluta les ha venido muy bien. Cuando el PSOE obtuvo 202 diputados en el 82, decían que las mayorías absolutas no eran buenas. Que era mejor gobernar negociando cada una de las leyes. Ahora ya no lo dicen, así es la política de cambiante, no tiene memoria. Todo les ha salido redondo. Han frenado a la ultraderecha -espero haber colaborado con mis artículos- y a la izquierda. Se han cargado a Ciudadanos y han absorbido su centrismo. Y, sobre todo, han roto el tabú de que Andalucía les era inalcanzable porque era el bastión -dicen- de los socialistas. Ahora van a gobernar sin trabas. Piensan que tienen por delante, por lo menos, cuatro años cómodos. Con el añadido de un Canal Sur convertido en su altavoz y su medio de propaganda, y el inestimable apoyo de los medios afines.

Pero harían mal en ufanarse demasiado. La política, como digo, es cambiante, y el electorado es de memoria muy corta. En Andalucía, sobre todo, va a depender de la orientación social de sus políticas el que sigan o no gobernando. Cuatro décadas de socialismo no se borran de la noche a la mañana.

El PSOE no ha perdido por Pedro Sánchez, ni por la gestión de la pandemia, ni nada parecido. Ni siquiera por el fracaso final de Susana Díaz. Ha perdido por el mal recuerdo que han dejado los Ertes fraudulentos. Una cifra tan descomunal de fraude no se concibe en un gobierno socialista. Ya sabemos que los políticos, al final, nos roban. Y más con mayorías absolutas, la fuente de toda corrupción. También sabemos que en la derecha social prevalece el axioma de que, si me van a robar, al menos que sean los míos. Pero ese axioma no cuenta en la izquierda. La izquierda tiene que ser éticamente intachable. Quien roba, sale y responde de sus robos. Pero un robo institucionalizado no se permite. Ahí está la clave de la derrota socialista.

Y sobre la izquierda del socialismo, ya he dicho varias veces aquí que han pagado su división. La gente no entendemos de profundidades ideológicas. Ni entendemos de lideratos feudales. La gente quiere la unión de la izquierda. Sería ideal contando con el PSOE, pero, si no, la unión del resto con un liderazgo claro. La venganza de Teresa Rodríguez no se entiende. El lío actual de Podemos no se entiende. Por eso han perdido. Por eso se ven reducidos ahora a la inoperancia.

Pasada la euforia, como los inolvidables Tip y Coll, hablaremos del Gobierno.

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