Memoria y reparación

Supongo que ya ha pasado tiempo suficiente desde que se produjeron todos esos hechos y es momento de la investigación histórica

Deseo poner en práctica aquel consejo de Kant del que tanto hablé en mis clases cuando estaba en activo y que venía a decirnos: "Atrévete a saber". En muchas conversaciones he reconocido que tenía una ignorancia notoria sobre el periodo de nuestra historia que va desde principios del siglo XX hasta la fecha. He querido llenar esa laguna ahora que puedo y me leí el libro de Paul Preston Un Pueblo Traicionado. Me ha resultado muy revelador y no dudo en recomendarlo. Podrá tener una línea tendenciosa, no lo dudo. Pero sin duda se puede decir que está bien documentado.

En todo caso es posible que un mejor conocimiento de la historia por parte de todos nos ayudaría a salir de nuestro encastillamiento, producto de consignas y experiencias limitadas. Supongo que en esa línea va el Proyecto de Ley de Memoria Democrática. Investigar, conocer y difundir los resultados, tanto de los grandes hitos y decisiones del período, cuanto las consecuencias que pudieron derivarse para los individuos son algo imprescindible. Por eso no termino de entender la polvareda que ha levantado ese proyecto de ley, a no ser por parte de aquellos que consideren que son suficientes los aspectos parciales que nos han ido inoculando y temen que toda la verdad salga a la luz.

Supongo que ya ha pasado tiempo suficiente desde que se produjeron todos esos hechos y es momento de la investigación histórica. Por eso, no me resulta comprensible que se pueda atacar la ley aduciendo que menoscaba la labor de los historiadores, a no ser que se rechace que se estimule la investigación recogiendo, entre otras cosas la búsqueda de las víctimas aún desparecidas, o las secuelas económicas, judiciales o de falsos honores que se vivieron.

Y lo que me resulta aún menos comprensible es que, desde un pretendido humanismo, se pueda tildar de monstruosidad a una ley que trata de liberar del oprobio a tantas víctimas que no merecieron ese fin, y proceder a la recuperación de cuerpos que todavía no tienen una humana sepultura. Aunque en muchos casos subyaga el temor a perder lo que se conquistó con las armas, como si aún tuviera validez lo del derecho de conquista.

Se impone ya, de una vez, que digamos con Celaya "recuerdo nuestros errores con mala saña y buen viento", que los errores están ahí, que todos los reconozcamos y que después demos el paso al olvido y empezar de nuevo. Pero dudo que seamos capaces de hacerlo. Optimista que es uno.

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