Comunicación (im)perinente

Francisco García Marcos

Mensajes binarios

C ON cierta frecuencia, los mensajes en los medios se binarizan, estiran tanto sus contenidos que terminan resaltando únicamente sus polos, para desenvolverse entre blancos y negros, a favor o en contra de lo que transmiten. Así se inhabilitan los matices, lo que priva a sus receptores de capacidad de ponderación crítica. Sin sopesar las cosas, el binarismo comunicativo abona una percepción naif de la realidad, abocada indefectiblemente al enfrentamiento. Caído finalmente Mariúpol, los rusos han apresado al Batallón Azov, directamente acusado de las atrocidades más abyectas, en lo que no deja de constituir una profunda paradoja. Sus miembros van a ser juzgados por crímenes de lesa humanidad (que los han cometido), pero encausados por Putin (que los está cometiendo). A este paso habrá que reconocer en George W. Bush II una inteligencia superior, contra todo pronóstico. En estos días se ha manifestado enérgicamente contra la invasión injustificada de un territorio como Irak. Luego ha corregido y ha aclarado que se refería a Ucrania. Probablemente sin quererlo, ha terminado acertando. Es exactamente lo mismo, tiranos enfrentados contra tiranos, como en Irak, en Ucrania, en Yemen, en Palestina, en Afganistán o en Etiopía; símbolos todos ellos del despropósito sin atenuantes que es una guerra. Sin embargo, los mensajes binarios invitan a una percepción simplista de las cosas, a estar alineados con uno de los contendientes, sin atenuantes, sin matices, sin aproximación firme a la complejidad de la realidad. No hay que ser Nostradamus para presagiar un fin no muy halagüeño para los miembros del Batallón Azov. Pero, ¿cómo depositar una mínima empatía hacia ellos?¿Cómo olvidar de repente que se constituyeron como unidad paramilitar neonazi, que predicaron y practicaron la limpieza étnica, que no esconden la iconografía nazi? ¿Cómo explicar que Ucrania los toleró y más tarde incluso los incorporó a su ejército regular? ¿El que los haya capturado Putin limpia su execrable hoja de servicios? Hay momentos en la historia que, desde luego, son binarios. No existen paliativos para la Sohá, para Katyn, para la expulsión de los moriscos o para la invasión japonesa de China. Pero esos momentos son los limítrofes. Fuera de ellos queda una profusa gama de grises que, necesariamente, hemos de recuperar. De lo contrario, se corre el serio riesgo de amnistiar a criminales en el imaginario colectivo. Si eso sucede, caeremos en la noche, irremediablemente perdidos.

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