Comunicación (im)perinente

Francisco García Marcos

Mensajes bumerán

Hay mensajes-bumerán, de recorrido frustrado, que se lanzan para impactar en un objetivo, pero que no lo alcanzan y vuelven

Hay mensajes-bumerán, mensajes de recorrido frustrado, que se lanzan para impactar en un objetivo distante, pero que no lo alcanzan y vuelven, recargados, contra quienes los emiten. No dejan de implicar un ejercicio de arrogancia por parte de sus autores, un error de cálculo basado en el exceso de confianza en las posibilidades propias y en el menosprecio implícito de sus interlocutores.

El pasado 10 de noviembre, Sonia Vivas, concejala del ayuntamiento de Palma, expuso públicamente su teoría psicológica acerca de la agresividad masculina. Según la edil de Podemos, los comportamientos violentos de los hombres son inversamente proporcionales al tamaño de su miembro viril. De manera que, siempre según su línea argumental, quienes tengan escasas dimensiones en esa parte del cuerpo, frustrados por las imposiciones implícitas de una sociedad machista que ensalza las virtudes contrarias, reaccionarían de forma obnubilada contra los demás.

No es la primera vez que un feminismo de dudable fundamento lanza mensajes de ese tipo desde la bancada de la izquierda. Hace unos meses, Ore Vera, concejala socialista de Puerto del Rosario (Tenerife), se hizo lamentablemente famosa por su original solución para facilitar el ascenso social de las mujeres: mutilar a los niños. Esos argumentos en sí no merecen mayores comentarios. Son, lisa y llanamente, majaderías sin atenuantes, que ni tan siquiera merece la pena tratar de rebatir. El problema radica en que los representantes políticos, cuando hablan en público no lo hacen solo en nombre propio, sino también en el de los partidos a los que pertenecen y en el de las instituciones de las que forman parte. Por ello, ambas instancias, los partidos y las instituciones, deberían intervenir con decisión para desautorizar manifestaciones claramente degradantes y xenófobas. Explicar el comportamiento masculino en virtud de las dimensiones de un órgano debe ser -es- inaceptable sin ambages. Pedir la castración de todos los niños estaría -está- a la altura de cualquier genocidio. Cuando se pretende sensibilizar a la población para que evite el comportamiento verbal indigno para la imagen de la mujer, lo que no se puede hacer es traspasarlo a los hombres. Esos mensajes, lejos de fomentar la igualdad, vuelven como un bumerán pertinaz y malintencionado para estallarnos en la cara a todos, hombres y mujeres. De esa manera lo único que se construyen son más trincheras.

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