Mérito académico, mediocre

Una nueva vuelta de tuerca a las becas académicas, nos hace presagiar que seguimos enconados en el mismo banco

Una nueva vuelta de tuerca a las becas académicas, nos hace presagiar que seguimos enconados en el mismo banco, en el mismo hueco, en el mismo ataúd. No hemos aprendido nada. Y si en alguna ocasión lo hicimos alguna vez, es para seguir cometiendo los mismos errores, a fin de seguir viviendo de la mamandurria a costa de otros. No digo que no. No digo que el requisito mínimo para obtener una beca sea tener una renta por debajo de unos mínimos y aprobar. A lo que me refiero es por qué volvemos a dar una estocada a la excelencia. Dónde queda motivar y potenciar al buen estudiante. Dónde.

Debo reconocer que, aunque a veces pensemos que las vanidades del hombre son tan nimias que creemos que no transcenderán a ningún sitio más, estamos equivocados. Al final, nos percatamos que el hombre, por mucho que lo intente, siempre soltará ese tufo a rancio que siempre le ha caracterizado. Porque si nos damos cuenta, el hombre, la sociedad, las naciones o, incluso, el mundo, no deja de ser una proyección más de toda la mediocridad a la que el ser humano puede aspirar. Y en esas estamos ahora mismo. Parece que todo se articula para demostrar que la sociedad está tan corrompida como aquellos mismos líderes que nos gobiernan y, por ende, todo lo que vemos alrededor, está putrefacto. Eso, a la larga, crea un desánimo y estado de shock en el ciudadano que le convida a votar a los mismos señores que han estado desangrando y beneficiándose del estado del bienestar y que nos han gobernado como lo han hecho en este último siglo. A favor de la verdad, sólo me queda decir que las pocas Instituciones Públicas que quedan intactas del estado de corrupción y decrépito al que estamos sometidos, tendrán su parte alícuota de mediocridad y podredumbre, para así, en un alarde más de mezquindad, seamos todos igualados al mismo nivel y, por lo tanto, sin ningún tipo de réplica para nuestra defensa.

Entonar el mea culpa -sólo un burdo montaje para desacreditar a los pocos hombres y mujeres buenos y honrados que aún quedan-, hacer de un grano de arena, un latifundio y, con él, poder así optar a aquella parte proporcional de tierra y campesinos que nos pertenece, con la que poder seguir engordando las cuentas en Suiza, en las Islas Caimán y la seguridad que la estirpe estará perpetrada y con ella el grupo de siervos a someter. Seas azul o rojo, blanco o gris.

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