Elegimos la verdad sobre los hechos" declaró Biden en la campaña electoral Algo similar se ha visto, en muchas (o algunas) reacciones airadas en el caso Samuel.

No obstante, a pesar de la utilización de unos y la cobardía de otros señalando a toda la sociedad como culpables, que equivale a ser un bien queda (miren que bueno soy no como toda esta sociedad que me rodea) aun es tiempo de reflexionar, antes de que otra noticia -los jóvenes de botellón nos van a infectar a todos y opiniones mesuradas por el estilo- tape con su sombra lo sucedido y sintamos "que solos se quedan los muertos". En el caso Samuel, primero, hemos visto el definitivo asentamiento en España de la interseccionalidad y la política woke. ¡Qué momentos nos va a deparar copiar lo que ya es viejo en los campus USA! Primero, un indiscutible ataque homófobo. Luego hubo un temor ¿alguien ha dicho latinos? ¿Alguien dice que había una mujer animando? Espera, saquemos la clasificación interseccional. Gays, personas racializadas, mujeres. Mejor que sea por un móvil. Un respiro: dicen que son españoles. Estremecimiento ¿no serán nacionalizados? Si así fuera, no duden surja quien culpe al genocidio español en América. También serían victimas, por lo que, si, la responsabilidad seguiría en la sociedad española.

Sin embargo, también podríamos importar de USA la teoría que redujo la delincuencia en Nueva York. La de las ventanas rotas. El resumen es que ser contundente con las pequeñas agresiones, frena el deterioro hacia otras mayores. ¿Recuerdan a los chavales de Alsasua? Una pelea de bar, dijeron algunos hoy a la cabeza de la manifestación. Normalizando fiesta y agresió en grupo. Otro ejemplo, la palabra maricón. Bah, es solo un insulto, o bah, lo digo sin maldad, que es una broma. Trivializar un puñetazo, quitar importancia a un insulto, va aumentando el umbral de lo aceptable. Luego, como la culpa es de la sociedad, no del autor, sobre todo si es joven y más si es menor, llegamos a la muerte a golpes de una persona (¿Se les fue la mano en una pelea de bar?) No hay microagresiones insignificantes, no cabe esperar a que el mal crezca. Y, para no señalar a todos, será necesario, intensificar el esfuerzo educador en quienes más intolerantes sean, sin temor, sin importa etnia u origen. No puede haber una parte de nuestra sociedad que diga como Blanche Dubois: siempre he dependido de la bondad de los extraños.

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