Miércoles de ceniza, Cuaresma

Será un momento para acercarnos a nuestras iglesias parroquiales de barrios o sedes canónicas de hermandades

Convertíos al Señor, Dios nuestro, porque es compasivo y misericordioso. Este próximo día 17 de febrero es Miércoles de Ceniza y el comienzo de la Cuaresma, y será un momento para acercarnos a nuestras iglesias parroquiales de barrios o sedes canónicas de nuestras hermandades, cofradías o demás asociaciones pías, observando las normas sanitarias prescritas por la autoridad, particularmente los aforos permitidos y la distancia social entre los fieles, tal y como, así lo tiene indicado pastoralmente el Obispo, Monseñor González Montes. Comenzamos esta Cuaresma, tiempo de penitencia, ayuno y caridad, nuestra peregrinación, este año, como el anterior, con unas circunstancias dolorosas muy determinantes en los sentires del corazón y la razón. Pero, no por ello, dejará de ser este tiempo de conversión y reconciliación, de un itinerario penitencial de volver a mirar a Dios, sobre todo para rezar y orar por todas aquellas almas, que durante este año han marchado a la Casa del Padre y con ellos, nuestros difuntos, reconfortarnos con el soplo divino del Espíritu Santo. Este año, dedicado en particular al varón justo san José, la Cuaresma asume aún un valor del tiempo propicio para realizar un auténtico camino de conversión, de mirar con los obedientes silencios pero decididas actuaciones paternales del bendito san José, no solo de creer en el Evangelio, que cada año hace que nuestras calles se convierten en un templo abierto al Hijo de Dios e Hijo del Hombre, sino aceptar la verdad de la Resurrección con todo lo que ello implica. Con el rito de la ceniza, desde la cátedra o el ambón, siempre nos recordará el obispo o el sacerdote, que somos polvo y al polvo volveremos. Este pensamiento constituye una certeza humana y no se nos recuerda para que adoptemos una actitud pasiva ante la vida, resignada ante el destino humano. Al contrario, la liturgia al subrayar que somos mortales, frágiles, nos recuerda la iniciativa misericordiosa de Dios, que quiere hacernos partícipes de la bienaventurada vida eterna. Bajo la invocación del Santo Cristo de la Escucha y la Virgen de la Piedad en el umbral de esta Cuaresma, tiempo santo, nos fortalezca para vivir intensamente la clave fundamental de la plenitud de la vida, que solo se encuentra en la Eucaristía, para que, recogiendo la última papeleta de sitio, nos eleve en la Estación de Penitencia con la gracia santificadora para participar de la gloria de la Resurrección.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios