Cambio de sentido

El Ministerio de la Verdad

El uso de 'fake news' es lo natural y previsible del autoritarismo, hay que estar vigilantes ante la falsía

Además del Ministerio de Su Familia -para proteger las suyas entienden que se han de desproteger las de quienes no (con)vivimos como está mandado- propongo a los dueños de la derechísima la creación de un Ministerio de la Verdad. Miniver, para los frikis de novela orwelliana. Les está saliendo todo muy bien así, a la buena Miguel, pero creo que, llegado el momento, debieran crear este organismo encargado de promover que la noche es día y la guerra, paz, esclavitud la libertad, y fortaleza la ignorancia. No es que el bueno de Orwell fuera un visionario que pronosticara el fenómeno de las fake news (la desinformación y la epidemia de miedo son antiquísimos); se trata de la deriva natural y previsible de todo autoritarismo, más aún del nostálgico de otros tiempos de infausto recuerdo.

En su fondo psíquico, lo que ahora se llama fakenews se parece a la leyenda urbana, la superchería, el rumor, la milagrería y el miedo atávico. En su factura, pasa con patente de verdad. En su propagación, se sirve de todos los medios a su alcance para percutir hasta que la mentira dicha mil veces se imponga como verdad. Vayan algunos ejemplos: hay quienes ya creen que España está siendo conquistada por hordas de infieles, muy negros con los dientes muy blancos, que nos van a quitar el poco trabajo que hay. Y si aún no han venido, ya vendrán. Otro: la violencia a las mujeres no es un grave problema que hunde sus raíces en una sociedad donde las condiciones de vida y autonomía la mujer están por debajo de las del hombre; qué va, son cosas que pasan. Otro: manejan discursos homófobos y niegan -y les da la risa- ser homófobos. No es ya lo que defienden, sino la falacia que emplean para ello, he aquí lo realmente preocupante. La debilidad del contrincante es su fuerza: que Canal Sur deje demasiado que desear o que los demás políticos usen una jerga huera les vale para querer cargarse la televisión pública o para sostener que ellos, por el hecho de hablar claro, dicen la verdad. Como si acaso las mentiras no se pudieran soltar con cristalina desfachatez. Saben que la barrabasada, da igual de dónde venga, es amplificada hasta la reverberación por los altavoces de la sociedad del espectáculo. El remedio a la insidia es el de siempre: estar vigilantes a la falsía, desmontarla con sentido, gracia y razón, y seguir viviendo como se pueda. Mientras tanto, a los futuros burócratas del Ministerio de la Verdad les deseo ¡Feliz Navidad y Próspero 1984!

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios