Ministerio de la Verdad

Todos hablamos ya una variante de la 'neolengua' cuyo propósito es ocultar la verdad e institucionalizar la mentira

No hace mucho vi a una chica leyendo 1984 en el autobús, y me llevé una alegría al ver que la gente -y más aún si era joven- seguía leyendo la novela de George Orwell que narra la historia distópica de un estado totalitario gobernado por el Gran Hermano. Cuando publicó la novela, en 1949, Orwell creía que iba a ganar -a lo sumo- unas quinientas libras. Ahora lleva ya 30 millones de ejemplares vendidos en todo el mundo. Cuando Trump llegó al poder hace seis años, la novela vendió cien mil ejemplares de un tirón.

Y no es para menos. Aunque no sea una gran novela -aunque sí es un ensayo extraordinario sobre el funcionamiento del totalitarismo, inspirado en la URSS comunista y en la Alemania nazi-, la novela de Orwell tiene la extraña facultad de hacerse contemporánea cada dos por tres. En la novela, el Ministerio de la Verdad es en realidad el ministerio de la propaganda que únicamente se dedica a difundir mentiras. El Ministerio de la Abundancia gestiona el racionamiento de la comida. Y el Ministerio del Amor, por supuesto, es el Ministerio de la Guerra. Y por si fuera poco, la neolengua obligatoria para el uso de la población introduce en el significado de la palabra "verdad" el enunciado de que 2+2=5. En realidad, lo mejor de la novela es el ensayo final donde Orwell define el funcionamiento perverso de la neolengua.

Basta leerlo para darse cuenta de que todos nosotros vivimos y hablamos ya una variante de la neolengua cuyo propósito fundamental es ocultar la verdad e institucionalizar la mentira.

Me he acordado del Ministerio de la Verdad orwelliano cuando he oído que el PSOE prepara un comité que se dedique a desmentir "los bulos de la derecha". Sí, ya sabemos que todos los partidos -todos, repito- se dedican a difundir bulos y a tergiversar las informaciones. Pero la noticia tiene un inconfundible aroma autoritario que nos remite a la obsesión de este gobierno por controlar la información (e introducir, de paso, una velada censura que ya está recogida en algunas leyes como la Ley Trans). Si no recuerdo mal, una ministra dijo hace poco que se debería introducir en la programación de TVE una especie de "verificador de falsedades" que sonaba mucho a una bonita sucursal del Ministerio de la Verdad. Sí, sí, el mundo de Orwell es cada vez más contemporáneo. Y lo que aún falta por llegar, amigos.

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