Moción de censura

Sin mitificaciones ingenuas o ideológicas, nos están abocando al abismo de la angustia

La calurosa semana pasada, entre mascarillas, distanciamiento, enjabonamiento corporal y lecturas telemáticas de los diarios oficiales tras el toque de queda, a veces, solo a veces, o siempre en los últimos dos cansinos y aletargados meses a nivel socio-económicos y de ocio productivo, hemos llegado a tocar fondo dialéctico en la comunicación política, abandonando cualquier mínimo gesto de sociabilidad y socialización.

Ello, está dando lugar, que al presenciar nuestra realidad más cercana, que nihilismo nos quieren hacer permanecer en una somnolencia democrática, que cierre la voz y la luz del trasfondo de la superficie de este país en las cosas materiales y hasta espirituales y de los hechos humanos, individuales y colectivos, actuales e históricos, dando lugar al desánimo, manifestado en el crepúsculo de cada atardecer en la vía pública entre andares ruidosos con sonido de cacharrería.

Este desencanto político, lo detectamos con dramatismo, entre otras secuencias del día a día, en las multitudinarias esperas para poder recoger alimentos para sobrevivir, sea a nivel familiar o personal, convirtiéndose la negritud de los días en poéticas noches desgarradoras, ante la mediocridad intelectual en la gobernanza y gestión pública.

Sin mitificaciones ingenuas o ideológicas, nos están abocando al abismo de la angustia y desesperación del ser humano como persona, eclipsando ese espíritu de reconciliación con el que determinadas generaciones teníamos puestas la esperanza en un mejor mañana para nuestros hijos y nietos, incluso, para nosotros mismos en nuestra vejez.

La política estatal, negando la realidad, se ha convertido en enemiga acérrima de la verdad, la bondad, del ser como ciudadano en un país de constitución democrática y social, olvidando su historia más reciente, oprimiendo los valores éticos y morales, quebrando los sueños de muchas almas, que no solo han tenido que sufrir y soportar la soledad silenciosa del confinamiento, muchos sin poder despedir a sus seres difuntos hacia el más allá, sino que ahora se encuentran con un oscuro presente monetario sin futuro alguno.

Ojalá, que providencialmente esta semana, reciba con la esperanzadora ilusión renovada del próximo domingo de Pentecostés y se produzca un prodigio político ante la falta de conciencia social, con la interposición de una moción de censura, que reconduzca esta situación política y económica, nada halagüeña para los intereses generales y sociales de España. Paz y Bien.

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