Mientras el mundo gira

Andrés Caparrós Martínez

Morder el polvo o el rico mendigo

¿Cómo será el día en que una mujer jure el cargo como primera presidenta de los Estados Unidos? Yo creo que ocurrirá

La imagen de Donald Trump jugando al golf en uno de sus campos es conmovedora. Mano derecha enguantada, la gorra bien calada para evitar tanto el sol abrasador como el riesgo de que el viento estropee su alambicado peinado, tensada la cintura como un arco en el momento decisivo de lanzar la bola, y la mirada atenta a su vuelo hacia el hoyo que le dé la victoria. Ni idea de cómo anda de "swing" y de "hándicap" normalmente. Pero es fácil suponer que le cuesta concentrarse en estos momentos sintiendo en la nuca el aliento de Joe Biden y en el mundo entero el apremio para que "cambie el disco" y empiece a hacer las maletas y termine de hacer el ridículo:

- "Mr Trump, change your boy's trousers for your man's trousers and accept defeat".

"Cambie su pantalón de niño por el de hombre y acepte de una vez la derrota" - ha publicado en titulares la prensa de Estados Unidos - Son malas horas para alguien como él, un triunfador que levantó las torres de su imperio vendiendo pisos y que se ha mostrado ante el mundo prepotente y despectivo con los perdedores. Malas horas estas en las que es él el perdedor que tiene que morder el polvo y desechar su anhelo de otro mandato durante el cual preparar a su hijo para el relevo. Melania, la todavía primera dama y todavía esposa, no oculta su deseo de salir de una vez de la Casa Blanca; tampoco el de divorciarse lo antes posible una vez que su marido, el todavía Presidente, deje de serlo y por tanto no pueda cumplir su amenaza de echarla del país si lo deja en la estacada. Arden de ira o de clamorosa alegría muchas ciudades de USA. Pero es de esperar y de desear que la llamada a la unidad del presidente electo surta su efecto - "no somos enemigos sino rivales políticos" - a medida que los tribunales vayan archivando por infundadas e inconsistentes las demandas que presenta el ejército de abogados buenísimos y carísimos a los que paga Donald Trump, quien de seguir así, podría perder el poder del despacho oval y el de sus torres de Nueva York y Moscú. "Ya está mendigando", dicen los que llevan cuatro años sentados a la puerta de su casa esperando ver pasar el cadáver de su enemigo político, entendiendo que mendigar es lo que hace cuando pide a sus millones de fieles donaciones para mantener y ganar algún día la guerra contra quienes pretenden desalojarlo. No parece que eso vaya a ocurrir. Ni ahora ni dentro de cuatro años cuando a los 82, Biden confirme las previsiones de que cederá el testigo a esa brillante y bella mujer, Kamala Harris, mestiza afroamericana y surasiática cuya voz y cuya sonrisa embelesan. ¿Cómo será el día en que una mujer así jure el cargo como primera presidenta de los Estados Unidos de América? Se admiten apuestas. Yo creo que ocurrirá. Y el mundo girará con un impulso revitalizante.

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