H ACE unos días, tomando un café, es un decir, pues la tensión me obliga a tomar polvos descafeinados, en casa de mi hijo pequeño, allá por la capital del Reino, sentí un golpe de morriña, envidia, desazón, y no se cuántos sentimientos más de ese tipo.

Como es mi costumbre durante el café, estaba escuchando la radio. Y como pienso que cada aparato es para un cometido, la escuchaba a través de "mi transistor", en lugar de hacerlo a través del teléfono, que es lo que se lleva ahora. Por lo tanto, escuchaba una emisora local. Y prueba de que no solo la oía, sino que la escuchaba, es que de pronto sentí un algo por el cuerpo. Escuché un anuncio de tomates, pero no de Almería. Era un anuncio de tomates de Motril. Conozco la empresa patrocinadora y promotora de los tomates, pero: "palabra que no lo recuerdo en estos momentos", pues si lo recordara, no solamente lo diría, sino que agregaría mi felicitación para ellos por ser "tan buscavidas".

Nunca he escuchado un anuncio semejante de Almería, ¿por qué?

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios