Opinión

Joaquín Pérez de la Blanca

Movilidad urbana

Cierto es que durante la pandemia se ha optado por un mayor uso del coche particular y trayectos a pie

El XXVII Congreso Nacional de Transporte Urbano y Metropolitano, que tuvo lugar el pasado 1 de octubre en el Palacio de Congresos de El Toyo, reunió a lo más granado de las empresas públicas y privadas que prestan sus servicios a través de autobuses, metro, tranvías y ferrocarril. Al inicio del congreso, mediante una simple diapositiva, se nos hizo entender la necesidad de empujar a la sociedad hacia una movilidad más eficiente y sostenible fomentando el uso del transporte público: cincuenta y cinco coches frente a un autobús. ¿Qué supone en espacio, en desgaste en el asfalto, en gases que emiten o en contaminación lumínica o sonora? Estos planteamientos parecen claramente superados. La cuestión es ¿qué medios aplicar para fomentar y conseguir un efectivo aumento del uso del transporte público? Ciudades como Gotemburgo llevan años realizando actuaciones que han dado buenos resultados como el desarrollo de aplicaciones móviles sencillas y directas, la simplificación en la división de las subzonas metropolitanas, el fomento de la combinación de medios de transporte (metro y bicicleta por ejemplo), la planificación de la ciudad y la concesión de autorizaciones sobre los usos del suelo teniendo muy presente la consecuencia en el transporte público, la adjudicación de contratos de prestación de estos servicios atendiendo no sólo al menor coste para la administración sino a alcanzar una mayor satisfacción en el consumidor, la realización de un plan de negocios consensuado con la adjudicataria y supervisado cada cierto tiempo, el apoyo de otros medios de transporte como el patinete o el ya no tan extraño car-sharing (compartir coche). Cierto es que durante la pandemia se ha optado por un mayor uso del coche particular y por los trayectos a pie; obvio teniendo en cuenta el riesgo de contagio en lugares cerrados con extraños. A corto plazo este será el reto a superar, sin duda. A medio largo plazo el respeto al medio ambiente (mediante la electrificación del total de vehículos de transporte público), la mejora en los tiempos de desplazamiento (a través de una mejor planificación urbana), y reportar al viajero una mayor comodidad a un menor coste serán pilares fundamentales que la administración estará obligada a atender para minorar el interés por el uso del vehículo privado (siempre respetando la autonomía y la libertad de cada individuo y entendiendo que, en determinados casos, el uso del vehículo privado está perfectamente justificado). En Almería debemos avanzar en este sentido: una transformación progresiva de la flota y actuaciones que mejoren la eficiencia y la calidad del transporte público. No podemos quedarnos atrás.

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