Mundial impostado

Las calenturas del presentismo suelen provocar diarreas mentales y cursan con pesadillas

La hipocresía acompaña a la condición humana desde los albores de la civilización, pues resulta, no pocas veces, un recurso a propósito de distintas necesidades e intereses. Pero si se expresa de manera enfática, señala a quien se vale de la argucia hipócrita. El presidente de la Federación Internacional de Fútbol Asociación (FIFA), posiblemente con asesores complacientes, se ha declarado, sucesiva y alternativamente, en una comparecencia pública, qatarí, árabe, africano, gay, discapacitado, trabajador migrante… Y, además, con legitimidad de origen, ya que, de pequeño, sufrió estragos por ser pelirrojo y no se libró del acoso escolar. Asimismo, el director de comunicación de la FIFA ha hecho pública declaración de su homosexualidad para, de ese modo, presumir garantizada la seguridad, y la integridad, en Qatar, sede del Mundial de Fútbol, de quienes tienen distintas identidades sexuales. Sin encomendarse más que a su engreída arrogancia, el presidente de la FIFA ?asociación no parece que de ejemplar pulcritud? afirma que los europeos, por lo que hemos estado haciendo en los últimos tres mil años, deberíamos disculparnos en los próximos tres mil, antes de dar lecciones morales. Ya se ve que, cuando la hipocresía emparenta con la cretinez, el resultado puede ser bastante pernicioso.

Además, las calenturas del presentismo suelen provocar diarreas mentales y cursan con pesadillas. Como la de tener por contemporáneos acontecimientos que se explican con las circunstancias y las concepciones de hace siglos. En definitiva, no tiene sentido que Europa se flagele las espaldas por lo que aconteció hace milenios -quién deberá disculparse por la extinción de los dinosaurios- y dar pellizquitos de monja ante los mayúsculos atropellos y las atávicas disposiciones que sojuzgan y maltratan, de ordinario, donde sobran caudales, materias y recursos para comprar variopintas voluntades y celebrar un Mundial no poco artificial.

Como la relatividad también asiste a la condición humana, la desfachatez de estos prebostes futboleros se olvida con la chulería ciclotímica y desparpajada del seleccionador nacional en sus comparecencias previas como «streamer» espiritoso. Y con el goleador estreno de rojo completo en un Mundial impostado.

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