AYER hice el que espero que sea mi último examen de Periodismo. La Universidad de Málaga tiene el Sello de Excelencia europeo, pero, al menos, su Facultad de Ciencias de la Comunicación deja bastante que desear, tanto por infraestructuras como por parte del personal docente. De lo poco que he aprendido en las aulas es que la objetividad no existe. En el colegio te enseñan que una noticia tiene que ser objetiva. Pero es que ésta nunca va a existir porque el que mueve la pluma o pincha las teclas es una persona y no un objeto. Lo que hay que buscar es la neutralidad. Tecleo esto -aunque no debería justificarme al tratarse este espacio de un artículo de opinión- porque los siguientes argumentos pueden estar condicionados por la temprana eliminación de España, con lo que ello significa a nivel de subjetividad por parte de los que sentimos el equipo nacional. Hablo con amigos que saben de qué va este juego y casi todos coinciden que la cita en Brasil está siendo un Mundialazo. A mí no me lo parece. Argumentan que el torneo está muy abierto, pinchando los favoritos y pasando de fase algunas de las cenicientas, caso de Costa Rica; además, consideran que estamos viviendo auténticos partidazos. Estoy viendo casi todos los partidos y, excepto momentos de algunas escuadras (Alemania, Francia u Holanda), no veo gran juego. Si las selecciones pequeñas están haciendo algo, por lo general (hay excepciones, como el combinado costarricense), es porque las grandes han dado un bajón en su juego. No sé si es el tema físico, el calor o qué razón, pero España, Italia, Argentina, Inglaterra, Bélgica o Brasil no han rendido conforme a sus jugadores, historia o expectativas. Y eso provoca que los equipos pequeños se vengan arriba. Mundialazo, dicen los entendidos. Yo prefiero más juego y menos emoción. PD: Si pueden, échenle un vistazo los cruces de octavos...

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