A Son de Mar

Inmaculada Urán / Javier FornieLes

Museos en Olula

Un museo de este tipo podría dar vida a alguna zona del casco viejo en Almería ciudad

Estos días hemos visitado el Museo Ibáñez y el Centro Pérez Siquier en Olula del Río. Ambos van cobrando relieve y merece, sin duda, la pena acercarse a verlos. En ellos podemos seguir los primeros pasos de AFAL y observar la evolución de la obra fotográfica de Carlos Pérez Siquier, desde los comienzos ligados al realismo social a la visión irónica de los tiempos posteriores. Podemos, asimismo, contemplar la pintura de García Ibáñez junto a cuadros de Goya, Sorolla, Madrazo, y a obras de autores actuales tan destacados como Antonio López. Encontramos, además, una muestra interesante de la pintura almeriense o, para ser más exactos, del grupo indaliano.

El conjunto arquitectónico que los alberga merece a su vez una palabra de elogio. Cuando uno se aleja reconfortado por la visita y lanza una última mirada, recibe una impresión de serenidad y de armonía, a la que la gigantesca cabeza de la joven añade una nota de optimismo, de confianza. Y, de pronto, sin querer, uno experimenta también una cierta sensación de envidia.

En otros artículos hemos señalado la importancia que tienen el arte o la cultura, como motor económico. Un museo de estos que mencionamos tendría por supuesto capacidad para dar vida a alguna zona del casco viejo en Almería ciudad. Por ahora, mientras esperamos lo que se haga en el antiguo hospital, debemos contentarnos con la exposición que estos días encontramos en la Diputación.

Hemos llegado a una situación en la que tener un museo como estos de Olula queda fuera, quizás, de nuestras posibilidades. Lograrlo requiere una firme voluntad capaz de perseverar en el tiempo, siempre dispuesta a aprovechar, por lo civil o por lo penal, las amistades y las escasas oportunidades que brindan las empresas o las administraciones. Esas voluntades y energías han sido muy escasas en la provincia y la política siente a menudo una gran pereza por cualquier proyecto a largo plazo no vaya a ser que luego lo inaugure el contrario.

No estamos, pues, en condiciones de aspirar a mucho, pero sí deberíamos tener al menos unos museos que muestren la evolución de la ciudad desde finales del XIX a la actualidad o que recojan la relación de la ciudad con el esplendor de la cinematografía o con la publicidad. No tenerlos, máxime con la tradición de Almería, que los museos de Olula nos colocan de nuevo ante los ojos, resulta doblemente doloroso.

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