Utopías posibles

Luis Ibáñez luque

LOS NADIES Y EL VIRUS

El ser humano tiene tendencia natural al egocentrismo, quizá fruto de la necesidad primitiva de sobrevivir

Recibo un mensaje de un padre desesperado porque tanto él como su mujer tienen que seguir trabajando en estos días, y no dan abasto a ayudar a su hijo con las tareas. También un mensaje de una madre llorando porque, aunque está en casa, no sabe cómo hay que acceder a Classroom, Edmodo, Moodle, blogs y Pasen, para hacer las tareas. Mucha tensión porque no terminan de funcionar los medios proporcionados por la Junta... Contextos multiculturales o de exclusión social donde no es posible el teletrabajo: barrios de la capital y municipios del levante y el poniente de Almería con niños y niñas que viven en cortijos o infraviviendas, con familias que ni siquiera controlan el idioma castellano, sin acceso adecuado a las tecnologías. Ahora mismo lo más importante no es la escuela y mucho menos las tareas o los exámenes. Lo más importante es terminar con el virus. Lo demás es secundario. Dos, tres o cuatro meses en toda la educación obligatoria (diez años en total) no significan absolutamente nada. Entiendo, eso sí, el estrés de quienes estén cursando estudios que dan derecho a un título o acceso a otras titulaciones, como es el caso de la selectividad. Confiemos también en que las autoridades y las universidades seguirán ese mismo criterio de flexibilidad y comprensión. Y luego están los problemas serios: personas que no tienen garantizada la alimentación de sus hijas e hijos, personas que viven solas, muy mayores a veces, con movilidad limitada, sin recursos, mujeres maltratadas, discapacitados, enfermos que ya lo eran antes del confinamiento... Todo se complica con el virus. De todo ello saldremos con más de una lección aprendida. El ser humano tiene una tendencia natural al egocentrismo, quizá fruto de la necesidad primitiva de sobrevivir y atender a la prole más cercana, y sus necesidades. Dicen que es en la más tierna infancia cuando se es más egocéntrico, pero lo cierto es que no nos desprendemos de esto en toda nuestra vida, y hay algún que otro adulto al que incluso se le acentúa. Quienes estamos rodeados de nuestra familia y seres queridos, teléfonos, televisiones, Netflix, ordenadores, tablets, juegos de mesa, y no tenemos que preocuparnos porque nos han aplicado un ERTE, o por salir todos los días a la calle, creemos que todo el mundo está igual. Y no. Es tiempo de ponernos en la piel de los nadies, y replantearnos el tipo de sociedad que queremos.

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