El callejón del gato

La Navidad y el Covid-19

Todavía siento el eco de las voces que aclamaban a Isabel Diaz Ayuso por su gestión frente a la pandemia

Los mismos que decían ayer que el gobierno de Pedro Sánchez era dictatorial por establecer el estado de alarma para combatir al COVID-19, hoy dicen, con Pablo Casado a la cabeza, que el gobierno se lava las manos delegando la responsabilidad en las comunidades autónomas. Todavía siento el eco de las voces que aclamaban a Isabel Diaz Ayuso por su gestión frente a la epidemia que calificaban de milagrosa. Contentos deberían estar los manifestantes de la calle Núñez de Balboa, de que la presidenta de Madrid lleve las riendas para que el cantante Raphael haya podido cantar el Tamborilero, en los dos conciertos celebrados en el WiZink Center, con entera libertad. Pero como de lo que se trata es de enmarañar, ahora dicen que se han establecido diecisiete maneras de comportarse, cuando todos deberíamos de someternos a una sola regla. Por lo que a mí respecta no entro en el debate de quien me tiene que decir lo que tengo que hacer en estas fechas navideñas. Lo tengo tan claro que me sobran todas las reglas que se establezcan con motivo de la navidad, independientemente del gobierno que las dicte. Parto de la base de que bajo el punto de vista de las leyes de la naturaleza el virus no distingue los días señalados en el santoral. Si de lo que se trata es de procurar evitar contagios, no hay razón alguna para comportarse de distinta manera por el simple hecho de que unos días del año estén pintados de rojo en el almanaque. Lo que tengo que hacer me lo dicta una realidad que supera cualquier otra razón. Pienso en una epidemia que ha provocado el contagio de 1.797.236 españoles. Pienso en los 48.926 que han fallecido y en dolor de sus familias. Pienso en las residencias donde se han producido el mayor número de bajas. Pienso en los hospitales saturados, en las unidades de cuidados intensivos y, sobre todo, pienso en el personal sanitario. Todos estamos expuestos al contagio y debemos de tomar las precauciones necesarias para evitarlo ya que no se trata sólo de velar por nuestra salud sino de los efectos que una enfermedad tan contagiosa pueda producir en nuestro entorno. Por eso, insistiendo en mi reconocimiento al personal sanitario, mis normas para pasar la noche buena serán las que supongo me dictarían los que ese día tienen que hacer guardia en las unidades de cuidados intensivos. Lo propio sería decir feliz navidad, pero este año me gustaría que nos felicitásemos después, por haber evitado un rebrote de la epidemia.

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