Hay circulando por Madrid un autobús, que intenta bloquear el largo y curvo camino hacia la equidad y la libertad de todas las personas, que no se encuadren en la uniformidad sexual, que sus cerebros de mosquito -perdón para los mosquitos- consideran sagrada. Se autodenominan "hazte oír". Es paradójico que se llamen así, los que quieren callar a todas las personas, que no estén en su reducido esquema mental.

Cuando los mayas adoraban al sol, y hacían sacrificios humanos en su nombre, no sabían que el sol es solo una, de los millones de estrellas, que hay en el universo. Ahora ya, nadie que esté en su sano juicio, adora al sol como a un dios. Pues el hecho de que todas las personas, incluso los que se autodenominan asexuales, son personas sexuadas, de forma única e irrepetible, es un hecho que está demostrado científicamente.

La propia esencia de la fórmula sexual, tiene como objetivo la diversidad. La fórmula asexuada para reproducirse, que es propia de muchos seres vivos, es económicamente mucho más rentable, porque 1 da 2, 2 dan 4, 4 dan 8, y así sucesivamente. La fórmula sexual que los humanos compartimos con otros seres vivos, económicamente no es muy buena, porque 2 se unen para dar 1. Pero el secreto está en que dos se unen para dar otro totalmente diferente, y eso, potencia la variabilidad genética y la capacidad evolutiva. La meiosis y el proceso de cruzamiento de cromosomas, que ocurre previamente, y que hace que cada espermatozoide y cada óvulo, de una misma persona sean absolutamente diferentes entre sí, da un potencial extraordinario a la diversidad sexual. Perdón por los tecnicismos, necesarios aquí.

Luego durante todo el proceso de sexuación, todos los hechos que van ocurriendo, van imprimiendo mayor diversidad, porque el camino de esa sexuación está lleno de vericuetos infinitos. Y ese camino, que es una aventura increíble, y que disfruto explicando en mis clases, nos lleva a un resultado final: hay tantos sexos como personas. Así de claro, así de enriquecedor y así de contundente, desde la evidencia científica. Maravillosamente únicos, divertidamente irrepetibles.

Los "uniformadores", enemigos de esa diversidad, homófobos, y otras yerbas, se estrellan con este hecho incontestable. Se estrellan como si se estrellaran con las estrellas. Como si alguien quisiera negar a Casiopea, Orión o la Osa Mayor.

Pero cuando se estrellan con esta incontestable realidad, que a ellos también les atañe, se dan cuenta de que son lo que no quisieran ser, y se cabrean. Porque lo que ellos pretenden es imposible, porque ellos mismos forman parte de esa diversidad, que aborrecen. Y algunos se cabrean mucho, demasiado, y pueden hace mucho daño, demasiado, desde el daño que ellos mismos sufren en la negación de los que realmente son. Con todo mi corazón a los que sufren por ser minoría en esa diversidad infinita.

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