Neutralizar la verdad

Algunos no quieren oír la voz de Dios, ni en sus oídos ni en sus conciencias, bajo el pretexto de la secularizaciónEn el importe del recibo de la luz solo un 35% corresponde al consumo de kilovatios, que ha sufrido un subidón, pero es solo la tercera parte

Al llegar el mes de septiembre es como un etéreo despertador, que nos saca del sopor del caluroso verano y nos sitúa en la realidad de cada día para dar comienzo un nuevo curso político y ojalá sirva el mismo para haber acopiado la suficiente energía corporal y espiritual, de fe y esperanza, para seguir adelante en esta lucha diaria frente a las adversidades de diversa índole con las que se encontrará la sociedad civil, la comunidad nacional y cada uno de nosotros. Aunque se ha recuperado con cierta normalidad, pero ajustada a las restricciones sanitarias, el culto interno en el interior de los templos, no y con cierta melancolía el culto externo, aunque sí en otros tipos de concentraciones civilistas masivas de carácter lúdico, estamos viviendo un vacío de Dios en la política, en los comportamientos, en las relaciones humanas. Algunos no quieren oír la voz de Dios, ni en sus oídos ni en sus conciencias, con el pretexto de que vivimos en una sociedad secularizada. Además, emplean todos los medios de su poder e influencia para que no la oigan los otros. Pero, como la voz de Dios sigue resonando, hacen todo lo posible para neutralizarla, y sí tienen que suprimir la Misa de los domingos en TV2 la exterminan. El hecho es no darle cabida a la Iglesia como parte integrante de la sociedad civil, ignorándola, acallándola, desviándola o desfigurándola, incluso manipulándola. El procedimiento más socorrido es desprestigiarla. Es la táctica más frecuente. Si el Papa en estos días ha concedido una entrevista a nivel periodístico, y expone la verdad del Evangelio, inmediatamente se hacen tertulias para que digan su verdad a la carta y con la predicción oficial estatal y así neutralizar y contrarrestar la verdad pastoral. Esta semana pasada ha sido la fecha anunciada a nivel de gobernanza del inicio del curso político, no en la Carrera de San Jerónimo, espacio constitucional y democrático, sino con un marketing social dando la espalda a la soberanía popular, para exhortar al pueblo con voces proféticas sus verdades, las cuales han demostrado con una visión retroactiva de la propia hemeroteca, que están impregnadas de una aureola del arte compulsivo del engaño, dejando al descubierto su conducta reprobable. Es necesario, desde la política de buena voluntad, con sentimientos humanitarios, católicos, decir con claridad y rotundidad de llamar a las cosas por su nombre, sin ceder a compromisos de conveniencia pensando en las urnas. Paz y Bien.

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