Bajo el título "Next Generation UE", los líderes de la UE han dado una respuesta excepcional a tiempos excepcionales con un acuerdo histórico anunciado con estas palabras: "Mientras Europa lamenta las vidas perdidas a causa de la pandemia de COVID-19, el Consejo Europeo expresa su más profunda solidaridad con las víctimas y sus familias. Mientras los europeos siguen haciendo frente a extraordinarios retos y a la incertidumbre en su vida diaria, seguiremos centrando todos nuestros esfuerzos en proteger a los ciudadanos y superar la crisis.

La crisis de la COVID-19 plantea un desafío de proporciones históricas para Europa. La UE y sus Estados miembros han tenido que adoptar medidas de emergencia para proteger la salud de los ciudadanos y evitar el colapso de la economía. Lentamente, estamos saliendo de la grave crisis sanitaria. Aunque sigue siendo necesario extremar la vigilancia de la situación sanitaria, ahora la atención se desplaza a mitigar los daños socioeconómicos. Esto requiere un esfuerzo sin precedentes y un planteamiento innovador que impulsen la convergencia, la resiliencia y la transformación en la Unión Europea".

Una transformación planteada sobre tres pilares principales, el Pacto Verde Europeo, la revolución digital y la resiliencia, y cuyo primer capítulo va a estar dedicado a la recuperación de los Estados miembros mediante un plan específico y temporal sufragado con algo inédito, la toma de préstamos en nombre de la propia UE, y para el que España trajo, al intenso debate sobre sus medidas, un elemento tremendamente importante para permitir la mejor de las recuperaciones e, igualmente, nuevo: subvenciones a fondo perdido (instrumento este respecto del que, además, España ha acabado siendo el segundo mayor receptor tras Italia)

Y es que fue una necesidad, la de recuperarse de la devastación de una guerra, y una esperanza, la de evitar una nueva contienda mundial, lo que hizo surgir el deseo de unidad que trajo la UE y ha sido otra necesidad, la de recuperarse de los estragos de una pandemia, y otra esperanza, la de afrontar el exigente mundo que viene siendo una versión mejorada de nosotros mismos, lo que ha hecho surgir el deseo de un mayor compromiso que ha traído una nueva UE.

Y por supuesto que este acuerdo viene con letra pequeña (¿por que iba a ser de otra manera?, sobre todo cuando la decisión de crear el plan de recuperación ha obligado a reducir partidas de los presupuestos comunitarios 2021-2027) y que la intensidad de las condiciones dependerá de la situación interna de cada país, pero esa inevitable letra pequeña no tiene porqué ser otra cosa que más ayuda y tiempo para construir el país fuerte y humano que fuimos incapaces de construir tras la crisis de 2008, el país con futuro que les debemos a los que llevan una década esperando regresar y a los que están por llegar.