Opinión

José Fernando Pérez

Nigromantes

Profesionales derraman esfuerzos y lágrimas por contener la hemorragia de casos

Facilitados por la proximidad, el querer y no poder y la exigencia impetuosa del doble check azul en un momento dado, la nigromancia moderna ha tomado su cuerpo en forma de lenguaje binario traducido y procesado por esas pequeñas navajas suizas de procedencia china que tenemos en las manos y que crujen como el chasquido de la chicharra en el momento, sacándonos del santo pensamiento para mostrarnos la última y más dicharachera continuidad de datos, números, porcentajes.

Una legión de nigromantes toman forma en estos tiempos oscuros, donde no se retuercen las voluntades en una Santa Inquisición ni hay hoguera que caliente a fuego lento los huesos para entrar en calor, sino que los hechizos bienaventurados son tomados como árnica en algunos casos particulares y como veneno de áspid en otros. La imperiosa necesidad de conocer el número total de vacunados, de PDIA diagnósticas, de tasas a 14 días, de prevalencias, seroprevalencias, títulos de anticuerpos, dosis administradas, etc, etc, etc es un vomitorio de consecuencias indeseables, que alimentando la desesperación convierte en un juego de azar y apuestas las idas y venidas, amaestrando las conciencias y transformando el hilo informativo en un código morse venido a menos que se transmite mediante un heliógrafo caduco. Consideremos la realidad, mantengamos la mirada firme, las cachas prietas y asumamos que si individualmente no tomamos conciencia de la magnitud del proceso, el baile de cifras y números sólo alimenta una timba fantasmal. Medios transmiten, cotejan, comprueban, alarman o informan de forma reglada, cumplidores de su función, guardando la debida prudencia sólo rota por el fantasmal aullido de los entusiastas de su verdad que intentan arrastrar hacia el abismo de su pensamiento único y carente de criterio. Profesionales derraman esfuerzos y lágrimas por contener la hemorragia de casos, mientras algunos retozan buscando información que malvender, sirvientes de los acrónimos mayúsculos y otrora mayestáticos, verdadera gangrena mensajera. Un algo para pensar y un manual de instrucciones: los postulados de Koch. Creados por el hombre para el hombre y actualizados a la tozuda realidad que se comprueba, donde la Ciencia intenta hacerse espacio ante el cientifismo de unos pocos interesados en dar a conocer su sesgo interesado.

Ahí lo dejo aunque, continuará…

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