Reflejos

Francisco Bautista Toledo

Escritor

Níjar

Níjar conserva la auténtica tradición almeriense en sus calles y casas de blanco refulgente

Níjar no es un espejismo, es una realidad patente que conserva la auténtica tradición almeriense en sus casas y calles.

Su historia gira en torno a la Glorieta, plaza presidida por la iglesia, mole robusta de vivencias aprehendidas en sus muros, en eterno diálogo con el Ayuntamiento. Este espacio acoge el alma del lugar.

El pueblo desciende desde el cerro de la Atalaya hasta el llano, a través de un laberinto de esquinas y cambios azarosos de sentido, organizado por construcciones geométricas de blanco refulgente, dispuestas sin lógica espacial, recuerdo de la época musulmana. En su trayecto se sucede la entrada porticada hacia la plaza del Mercado, donde se hallaba la antigua plaza de abastos, frente a una casona que fue cuartel de la Guardia Civil. Esta plaza fue en otro tiempo lugar bullicioso, lleno de vida, sobre todo en los días de mercado, ahora sumida en el silencio del recuerdo de su pasado. Se sigue descendiendo por la calle que lleva a la plaza de la Iglesia. En ésta se encontraba una de las pocas casa con tejas, pues casi todas estaban cubiertas por terrazos de pizarra. Frente a esta casa había una barbería, la cual cita el escritor de Campos de Níjar en su relato. A partir de ahí se entra en la Glorieta. La iglesia fue también fortaleza, y su arquitectura absorbe a todo su entorno. La placeta, que se encuentra a continuación, en este trayecto de descenso, se abre a cuatro calles, siendo las que llevan a la parte inferior, de esta Villa, la Carrera y el Paseo. Éste vertebra todo el núcleo urbano, espejismo según lo definió Goytisolo, que decía estar en alguna localidad del entorno de Barcelona. El Paseo representó, en su momento, un signo de modernidad, así como un deseo de triunfo y liberación sobre el abatimiento, y miserias, del pasado. Ojos ajenos no comprendieron su significado. El Paseo posibilitó la unión del antiguo Níjar con el enclave llamado Las Eras, lugar donde se encontraban, y mucho menos hoy, los alfareros que tanta fama dan a esta población.

Níjar supera los tópicos expresados en obras literarias, basadas en realidades ficticias distintas a la verdadera imagen que el pueblo proyecta. Goytisolo solo vio pobreza y abandono, pues le iba bien a la novela que estaba preparando, pero fue ciego a la tenacidad y laboriosidad de sus gentes, a las posibilidades que se vislumbraban en toda su geografía. No quiso volver, quizá temía acercarse a las farolas del Paseo.

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