Nueva guillotina

Dicen los partidos que se ha producido una renovación en las candidaturas porque hay que eliminar el anquilosamiento

Mestamos viviendo tiempos auténticamente revolucionarios. Nada parece que tengamos que envidiar a la mismísima revolución francesa. Son momentos en los que están rodando cabezas con una facilidad pasmosa. En días pasados hacía yo referencia a las preocupaciones que existían en los partidos a causa de las listas. Eran preocupaciones por parte de los "listables" (comprendan el neologismo) y por parte de los que iban a determinar quiénes irían en esas listas, dijeran lo que dijeran las bases de los partidos. Vistos los resultados, tenían razón de más al andar tanto preocupados como a la greña. Hay una cosa que parece clara en todos los partidos: dicen que se ha producido una renovación en las candidaturas porque hay que procurar eliminar el anquilosamiento, el acomodamiento. Quede claro que me parece una posición acertada, aunque no si se realiza de cualquier forma o de cualquier manera; y menos aún, si se utiliza algo parecido a la venganza. Renovar quitando a los que han mostrado una actitud incompetente, bien. Renovar a los que, a fuerza de ser representantes, han perdido el ímpetu y la ilusión, estupendo. Renovar porque las bases no aceptan la presencia de quien tiene atisbos de corruptela, magnífico. Ahora bien, ¿son estos criterios, u otros similares, los aplicados por más de un partido para dar a luz las diferentes listas electorales? Pues no lo parece. Visto con cierta lejanía, parece que el proceso ha sido el siguiente: 1º) punto de partida, las listas de la legislatura anterior; 2º) exclusión de las listas de quienes no estuvieron con el ganador; 3º) listado de los que estuvieron con él; 4º) selección de los que parecen más fieles; 5º) si coinciden con los que han votado las bases, bien; 6º) si no coinciden, porque las bases no han seguido las orientaciones de la dirección, ignorarlas. De aquí surge el ramillete de las personas que componen las listas. No veo por ninguna parte ni los famosos "mérito y capacidad" exigidos para cargos públicos, ni tampoco lo que debería ser el compromiso de los elegidos con la ideología del partido (no del líder), ni lo que se consideraría idoneidad para el desempeño de la función de diputados. Como si eso no existiera. Como si no tuviera importancia. Visto así, es posible que sea más fácil "gobernar" un partido; pero visto así no parece que tengamos muchas posibilidades de que tengamos un Congreso dedicado mejorar la vida de los ciudadanos.

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