Nuevas energías

La actitud de este gobierno me parece más que digna de aplauso también en lo referente a las nuevas energías

P UEDE que sean ironías del destino, pero hace no más de tres semanas me quejaba, reconozco que amargamente, de las políticas de "aquel" gobierno del Partido Popular que se negaba a apoyar la extensión de las energías renovables. Y miren por dónde, nos encontramos con que, de manera casi insospechada entonces, ha entrado en nuestras vidas un nuevo gobierno que, al menos en su estreno, va derrochando energía. Son unas energías que, por el bien de todos, deseo que sean auténticamente renovables, no sea que se cumpla aquel viejo refrán de "arrancada de caballo...". Su actitud me parece más que digna de aplauso también en lo referente a las nuevas energías. No ha podido hablar con más claridad la nueva ministra del ramo sobre los principios que regirán las nuevas políticas del gobierno. Es como si se volviera a los planteamientos de la primera década de nuestro siglo en los que el gobierno de Zapatero promocionaba y primaba las energías renovables. Por diversos motivos aquella campaña tuvo un mal fin y ocasionó graves perjuicios para entidades privadas y, como secuela, también para entidades públicas. Aquel plan de renovables fue cancelado del todo por el primer gobierno Rajoy, que siguió practicando unas políticas medioambientales negativas. Parece que ahora nos estamos liberando de esa losa, para satisfacción de los que suspiramos por una protección real del medio ambiente. Aunque solo fuera por la eliminación del impuesto al sol, ese absurdo de manifiesta rendición a los intereses de las eléctricas, ya tendríamos que estar más que satisfechos. Si a eso añadimos el empuje hacia el desarrollo de las energías renovables, sin poner límites, más el cierre de las centrales de carbón y nucleares, nos encontramos ante unas propuestas que hay que apoyar para que no queden en el olvido. Si a todo eso le sumamos algo a lo que aún no he visto que se haya hecho referencia, y que como agricultor me resultan apremiantes, y que se refieren a la eliminación de todos aquellos herbicidas, como el glifosato, que tantas consecuencias negativas generan, entonces nos encontramos ante un programa que no solo no es rechazable, sino que nos hace albergar muchas esperanzas en el futuro. Claro que su desarrollo depende de la reacción de todos aquellos que tienen intereses creados en sentido contrario, y de cuál sea nuestra reacción ante la suya. También depende de nosotros.

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