Unos veinte años -o más- llevan los vendedores del Mercado Central dándole vueltas a esa complicada competitividad frente a la grandes superficies y la pérdida de clientes. La apuesta no era solo rehabilitar y reformar el edificio, que tanto les costó, pero que, a la vista está, el resultado es loable. La pandemia les ha traído algo positivo como es la modernización del mercado minorista tradicional con su salto a la venta online y el reparto domiciliario. Dos grandes cambios que deben sumar otros caminos hacia adelante. La apuesta del Ayuntamiento de Almería por introducir en la Plaza hostelería -si los bares acompañan la calidad de los productos que se encuentran entre estos mostradores-, tiene todo los visos de ser un acertado revulsivo que multiplique la actividad y atraiga también a los visitantes. La introducción de tecnología -pantallas y tótems- será otro gran avance que dejará atrás ese Mercado desfasado que no dispone de cajero automático. Son pasos en defensa de una actividad de arraigo, y muy valorada, que necesitan también de la unidad de los vendedores.
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