Carta del Director/Luz de cobre

Obras en la línea del AVE, otro año perdido

Los presupuestos de 2023 volverán a destinar una "jartá" de millones para el AVE, que no se volverán a gastar

Mediados de agosto y las obras en la línea del AVE que un día nos debe unir con Murcia son una quimera. Una fantasía que en su día anidó en la mente de la ministra de Fomento, y que con seguridad aún permanece en su vocabulario si osa volver por aquí y visitar los trabajos, pero que permanecen diluidas como un azucarillo en la inmensidad del matorral y desierto de Cabo de Gata. 2026 está a la vuelta de la esquina y cada día que pasa es una losa que sumar a la imposibilidad de llegar a tiempo, por más que el ministro de Presidencia, Félix Bolaños se empeñe. Recorrer la ruta abierta por las máquinas para dar sensación de movimiento es la expresión viva del quiero y no puedo. Los trabajos están adjudicados, pero las empresas no traen las máquinas ni los operarios que deben confirmar un aserto publicitado en mil páginas de expropiaciones, pero sólo en el papel. Nunca sobre el terreno.

Cuando quedan menos de cinco meses para acabar 2022 ya podemos afirmar que el año está perdido. Desde el Gobierno de la nación se incluyeron en los presupuestos en torno a 300 millones de euros de gasto, quizá para evitar las carcajadas de aquellos que sabían que no se iban a invertir, y a la búsqueda de la coherencia perdida desde hace demasiado tiempo. Lejos y muy atrás quedaron los 600 millones de 2021, que vivieron sólo en el pendrive del Ministerio de Hacienda cuando llevó las cuentas al Congreso de los Diputados para su aprobación. En las próximas semanas volveremos a ver como el Gobierno presenta su proyecto para 2023. Unas cuentas en las que nos volverán a engatusar con una mágica cifra destinada a las obras del AVE de Almería con Murcia. Cifras que, si nadie lo remedia, serán tan poco creíbles como las que vamos viendo los últimos veinte años, con gobiernos populares y socialistas. Da igual el color político de aquellos que rijan los destinos del país. La presión popular, escasa; la necesidad de ofrecer una comunicación rápida y eficaz de Almería con Madrid y con el Levante, urgente, no cambiará conceptos, no moverá voluntades y, ni mucho menos, máquinas y obreros al tajo.

Nos cansaremos de diseccionar números ,de proponer alternativas, de llenar hojas y hojas de papel, tratando de encajar conceptos, ideas y proyectos que culminen en el deseo que todos anhelamos, que no es otro que ver surcar por las vías los trenes de velocidad alta, similares a los que se acaban de poner en marcha en Extremadura. Pero no se cansen, olviden el optimismo, si es que alguna vez osaron tenerlo. Las expectativas y las esperanzas, como decía al inicio, se disipan en la misma medida que año tras año quienes nos gobiernan se "jartan" de inyectar millones para las obras, pero a la hora de gastarlos o invertirlos nunca salen de las propuestas, más o menos interesadas, de aquellos que buscan incautos a los que engañar.

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