Libertad Quijotesca

Oligarcas del poder

Los políticos están a nuestro servicio, no al revés. Nuestra libertad nunca está ganada

La gran escritora Ana María Matute decía que "todos nos acostamos con el lobo, pero lo que no podemos hacer es confundirlo con la abuelita". Tenemos mucho que aprender y discutir con nosotros mismos y entre todos, como sociedad civil, de lo vivido en estos insólitos meses transcurridos del año 2020. La irrupción de la pandemia del Covid-19 ha sido el reactivo que ha puesto en descarnada evidencia la degeneración de nuestra democracia, así como el asedio a las instituciones que sustentan el Estado de Derecho. Son las consecuencias de gobernar eludiendo el parlamentarismo, destruir el sistema educativo de nuestra nación, a capricho de la oligarquía que conforman los partidos políticos, sus patrocinadores y patrocinados, y el acoso permanente a la imprescindible separación de poderes. Desde diciembre de 2015 estamos inmersos en una carrera suicida hacia el totalitarismo del victimismo o del cinismo. Mentira y deshumanización. Estamos cargando a nuestros hijos con una deuda económica demencial. Estamos dando un pésimo ejemplo a nuestros hijos desterrando de nuestras vidas toda exigencia de moral social, especialmente en lo que se refiere al valor de la vida humana frente a la ambición por el poder. La evidencia más contundente es el sectarismo cainita que etiqueta enemigos para aniquilarlos, pretendiendo con ello justificar las acciones de gobierno y oposición, que claramente ignoran los problemas reales de los ciudadanos. Deterioran nuestras libertades y nuestra calidad de vida. Actúan dándonos la espalda. Después de todo el sectarismo es profundamente vago, ejerce un absoluto desprecio por el mérito, especialmente de quienes cuestionan sus propias creencias porque son conscientes de que nada ni nadie está en posesión de la verdad. Con dividir el mundo entre "buenos", que siempre son los que se someten a sus dogmas sin cuestionar nada, y "malos", todo aquel que piense con otros argumentos y matices, ya está todo hecho: etiquetado y señalado. Por cómo actúan los políticos, resulta que la mayor empresa de España es el "negocio de la política", lo que se traduce en la destrucción de la democracia desde dentro de sus propias instituciones. Subsidios y analfabetismo teledirigido, cuando lo que tanto necesitamos es trabajar con dignidad, educarnos para ser libres y responsables, saber que el mundo presenta dificultades, y siempre, posibilidades.

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