El callejón del gato

Oposición Frankenstein

La dimisión de Rajoy provoca una situación de inestabilidad en el PP, nada propicia para concurrir a unas elecciones

A VER si nos aclaramos, tanto se ha dicho sobre el gobierno Frankenstein para descalificar a lo que se esperaba que fuese el Gobierno de Pedro Sánchez que, aunque siempre me ha parecido una herramienta muy simplona, voy a utilizarla en la medida que se han cambiado las tornas. Resulta que si tuviéramos que aplicar ese calificativo, no será el gobierno de Pedro Sánchez quien se lo merezca, sino la caterva que, después de la moción de censura, constituye la oposición. El presidente Sánchez ha formado un gobierno socialista homogéneo, formado por militantes e independientes, tal y como lo había anunciado en reiteradas ocasiones y, por el contrario, es la oposición la que se asemeja a la figura del monstruo creado por el protagonista de la famosa novela de Mary Shelley. Pero con un agravante, mientras que el monstruo consigue cierta uniformidad ensamblando las piezas de las que se compone, los partidos de la oposición en el Parlamento forman una amalgama de piezas dislocadas que no hay manera de coordinar para que su crítica al Gobierno ofrezca cierta credibilidad y produzca efectos. Y a todos les ha faltado tiempo para embestir al gobierno con argumentos contradictorios que se neutralizan. El PP ataca condenando los presuntos acuerdos de Pedro Sánchez con Bildu, y los parlamentarios de dicha formación, con Otegui a la cabeza, montan en cólera contra el Gobierno por el nombramiento del juez Grande Marlaska al que consideran su principal enemigo. De la misma manera, por una parte Ciudadanos no termina de preguntar hasta el aburrimiento por las concesiones que Pedro Sánchez ha prometido a los partidos nacionalistas catalanes ERC y PDeCAT a cambio del voto a favor de la moción de censura y, por otra, los nacionalistas desmienten semejante argumento cuando consideran que el nombramiento de José Borrell como ministro de asuntos exteriores, es un ataque expreso e intencionado a sus pretensiones separatistas. Otro planteamiento de Ciudadanos consiste en la exigencia de la convocatoria inmediata de unas elecciones generales que no parece que, hoy por hoy, concuerde con el interés de los demás partidos. La dimisión de Rajoy provoca una situación de inestabilidad en el PP, nada propicia para concurrir a unas elecciones. Mientras tanto Pablo Iglesias, ajeno a cualquier otro planteamiento, se lamenta reclamando, a un gobierno de la casta, el ministerio con el que soñaba y que, de momento, no parece que esté a su alcance.

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