La esquina

José Aguilar

jaguilar@grupojoly.com

Pablo, desleal; pedro, frívolo

Sánchez lo firmó todo en el pacto de coalición, e Iglesias exige que se cumpla al pie de la letra, erigiéndose en guardián

La teoría de que los continuos enfrentamientos en el seno del Gobierno proceden de la deslealtad de Unidas Podemos y su necesidad de marcar diferencias con el socio mayoritario es sustancialmente correcta, pero incompleta. Es verdad que Podemos quiere ser Gobierno y oposición al mismo tiempo y que va por libre en todo lo que puede, y en lo que no puede, pero en el origen de esta tensión hay más explicaciones.

La más evidente es la frivolidad y falta de escrúpulos que mostró Pedro Sánchez para habitar la ansiada Moncloa. No pudo ser presidente tras las primeras elecciones generales de abril de 2019 porque la idea de gobernar con Pablo Iglesias le quitaba el sueño. Pero como quería serlo a toda costa, se precipitó al día siguiente de las generales de noviembre de 2019 a firmar el pacto de gobierno con Iglesias.

Y ahí estuvo el quid de la cuestión: le firmó todo lo que el podemita quiso. De modo que cuando ahora UP se pone respondón y critica a los ministros socialistas lo hace como autoerigido, e interesado, defensor del pacto que suscribieron. En el pacto estaban la derogación de la reforma laboral, el mantenimiento del sistema de pensiones, la legislación sobre la vivienda y otras reivindicaciones que, a la hora de la verdad, al PSOE le cuesta poner en práctica o pretende matizar desde una óptica socialdemócrata que no es nunca la de Podemos. Pedro lo firmó todo. Ya llegarían las rebajas y los enfriamientos obligados por el ejercicio realista de la gobernación.

Es lo que Unidos Podemos no acepta. El 27 de enero se reunieron los dos socios enfrentados y se propusieron hablar más y exteriorizar menos sus discrepancias. Duró poco. Esta misma semana han vuelto a chocar a cuenta del disparatado borrador de la ley sobre la transexualidad que intenta perpetrar Irene Montero (afecta a menos del 05,% de la sociedad), implantando la autodeterminación de género, con el rechazo explícito de Carmen Calvo. Es una pamplina de género, cuestionada por el feminismo tradicional y serio, pero el caso es que reproduce una propuesta del PSOE anterior a su acceso al poder.

Lo dicho: la inconsistencia, banalidad e inanidad del pensamiento sanchista alimenta y da alas al radicalismo podemita. Lo malo es que van a tener que convivir mucho tiempo con esas pulsiones para conservar lo único que les importa. Lo bueno, para ellos, es que enfrente tienen a un Casado que no se libra de Bárcenas, tesorero infiel.

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