Punto de vista

José Ramón del Río

jdel35@hotmail.com

Pactos electorales

Ya sabe Casado lo que tiene que hacer: sacar más escaños que Rivera, lo cual no debería ser demasiado difícil

Convocadas las elecciones generales en la fecha que se supone más conviene al presidente del Gobierno -aunque no al erario público, porque hacerlas coincidir con autonómicas y municipales del mes de mayo hubiera supuesto un ahorro de importancia-, es tiempo oportuno para la celebración de pactos electorales. Ya el PSOE y Podemos habían anunciado su acuerdo (por cierto: de los comunistas que no se integraron en el partido de Iglesias-Montero, que actúan en política bajo las siglas de IU, no se tiene ninguna noticia y parecen desaparecidos). Pero ese acuerdo no tuvo la resonancia informativa que ha tenido el "no acuerdo" entre Cs y PSOE o, por mejor decir, el veto que ese pacto ha recibido de la Ejecutiva de Cs, que unánimemente ha decidido que no pactaran ni con Pedro Sanchez ni con el PSOE. Recuerden que antes esos partidos ya pactaron a nivel nacional -aunque no tuvo ejecución, por innecesario-y también aquí en Andalucía para la autonomía, en otro pacto de gobierno que duró casi hasta el final de la última legislatura.

La terminante declaración de la Ejecutiva de Cs ha causado sorpresa por inesperada y la han justificado porque Sánchez no renuncia a pactar con los independentistas catalanes. A los socialistas no les ha caído nada bien la declaración de la Ejecutiva de Cs y la desprecian porque, según Ábalos, les cuesta menos pactar con la ultraderecha que con la socialdemocracia; tampoco, a Iñaki Gabilondo, que en su aburrido periodismo oral critica a Rivera con dureza.

La noticia que cualquiera diría que es estupenda para el PP, porque ya no es época de mayorías absolutas, sin embargo no ha sido acogida con el alborozo que cabía esperar por su presidente, Casado. Quizás está influido por algún comentarista, que supone que se trata de una trampa de Rivera, porque el de Cs cree, con fuerte convicción, que superará en escaños a Casado y serán los votos del PP (e incluso los de Vox, que en este caso adquirirían la condición de indispensables) los que le harían presidente del Gobierno. O sea, que ya sabe Casado lo que tiene que hacer: sacar más escaños que Rivera, lo que, teniendo en cuenta la diferencia de implantación territorial entre uno y otro partido y los precedentes (el PP ya ha gobernado en España), no debería ser difícil, en lugar de crear un clima innecesario de división que a ninguno favorece.

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