La cuarta pared

La Pagoda y el Miró

¿Tiene sentido comparar la Pagoda de Fisac con un cuadro de Miró?

Es como el día de la marmota, cada vez que un ayuntamiento emite una licencia para derribar una edificación con algún tipo de interés artístico o histórico se genera cierta controversia entre la ciudadanía, el debate eterno entre la memoria y el porvenir. Entre el respeto a la conservación de obras de la mayor de las artes, ante el inevitable futuro arrollador y desalmado, que mira al frente como un niño de cinco años que solo tiene ojos para su sexto cumpleaños. Sin embargo, ¿tiene sentido comparar la Pagoda de Fisac con un cuadro de Miró?, como hizo Juan Navarro Baldeweg en los días previos de su demolición. Seguramente no, no hay punto de comparación. Ni el más famoso cuadro de Miró le llega a la suela de los zapatos a la singular obra de Fisac. Otro gallo cantaría si se tratase de un cuadro de Miguel Ángel. Una obra pictórica la puedes guardar en un armario y a nadie le atañe, por el contrario, cualquier pieza de arquitectura es un espectáculo expuesto para toda la ciudadanía durante todas las horas del día, todos los días del año. Se pueden crear intereses económicos o sociales en ese terreno, puede sufrir patologías estructurales que lo conviertan en un peligro urbano, o incluso puede no comulgar de ningún modo con la forma de vida de los ciudadanos del futuro. En el Manifiesto Futurista de 1909 se planteaba la posibilidad de que la arquitectura del futuro no duraría más años que las generaciones que la habitaran. Afirmación que, hoy en día, está muy lejos de ser cierta, pero que puede tener visos de realidad atendiendo a la sociedad de consumo en la que estamos sumergidos. Actualmente cambiamos de móvil cada tres años, ¿alguien se imagina a nuestros nietos viviendo en nuestra casa dentro de 100 años? Si prácticamente cada mes cambiamos las tendencias en decoración del hogar… Las pirámides de Giza cumplen más de 4000 años, el coliseo Romano casi 2000 y no imagino a nadie presentando un proyecto de demolición en el ayuntamiento de París para echar abajo la Torre Eiffel y hacer un complejo de apartamentos y centros comerciales. Por lo tanto, sí que tenemos, como sociedad, una conciencia común de que ciertas edificaciones tienen derecho a ser conservadas y mantenidas durante generación y generación, lo llamamos Patrimonio y la Alhambra de Granada siempre estará en el top 1, junto con la tortilla de patatas y la hora de la siesta.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios