En contra de lo que pueda parecer en ocasiones, la política no me interesa por sí misma. Solamente me interesa por la influencia que tiene en la vida diaria y, sobre todo, en el futuro de la sociedad. Quedarse en el devenir diario de la misma, está bien para charlar tomando un café distendido, por supuesto, entre amigos de confianza con los que puedas expresar libremente tus opiniones sin miedo a estropear el ambiente.

Por otra parte, me molestan sobremanera las actitudes autoritarias. Me molesta "el porque si", me molesta "el porque lo digo yo"; y lo que me enerva es que cuando alguien me dice algo con esa justificación, encima me lo diga "de cualquier manera", sin cuidar las formas.

Además de lo anterior, da la casualidad de que hace unos días un amigo me dijo que "en el decreto de la energía hay una expresión curiosa en relación con el sol", pues me lo he leído ya dos veces buscándola, y eso me va permitiendo decir que ¡vaya decreto! Si alguien tuviera que hacer un análisis del texto y emitir unas conclusiones terminaría peor de lo que yo estoy ahora: profundo dolor de cabeza. Da la impresión de que cada trozo lo ha escrito una persona y luego no han hecho una puesta en común.

Lo que sí me ha recordado el texto, es lo del alumno "del oso hormiguero", porque con harta frecuencia justifica que se pueda publicar ese decreto.

Lo sangrante es que se justifica a sí mismo por existir pero sin hacer mención a qué pretende el gobierno con esas medidas, más allá de ¿reducir? el gasto en energía, porque en ningún momento aclara qué relación guarda este decreto con la reestructuración de la producción de la energía que tan necesaria es. O sea, que ¿hacia dónde vamos?: ni idea. ¡Otro parche!

Y eso ocurre precisamente ahora, cuando se da la circunstancia de que todos sabemos de energía. Todos sabemos de hidrógeno. Todos sabemos de fuentes alternativas de energía. Todos sabemos que las centrales de energía nuclear son peligrosas, pero por lo visto guardarle al vecino francés sus residuos nucleares, no es peligroso. Después de todo, yo ya estoy pensando que esto último debe ser cierto porque, prácticamente, conservamos las tierras en que cayeron el 17 de enero de 1966 las bombas de Palomares, y aquí no pasa nada.

Conclusión, que estamos desaprovechando otro momento crucial para modernizar este país, científica y tecnológicamente hablando. Hay fuentes alternativas de energía muy interesantes de las que no se habla. Sólo hablamos del viento, como pregonaba el vendedor ambulante en la feria del pueblo: "abanicos y soplaores, señores". ¡Vaya futuro!

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