¿Papá Noel o Los Magos de Oriente?

Oro, por reyes; incienso, como sacerdotes; mirra, por profetas: poder, trascendencia y debilidad; porque no somos otra cosa

Comienzo desvelando mi opción desde el principio, y como no podría ser de otro modo, siendo hoy vísperas de lo que es, en mi marcador ganan Los Magos por 3 a 1. ¿Por qué? Para empezar, si el debate gira en torno a los regalos en sí, que es lo que la sociedad de consumo persigue y desde cualquier cadena de negocio se ha de potenciar, queda claro que cualquiera de los dos supone un nicho de negocio; pero el señor de los renos sale beneficiado por aquello de que tendremos todo el periodo vacacional para poder disfrutar de los regalos. Sube el primer tanto al marcador, y cae del lado de Nicolás.

Pero si no dejamos que sean nuestras vísceras las que nos hablen y permitimos que un resquicio de luz entre en nuestra sesera, no tardaremos en comprender que cada momento del año, con sus ciclos, no pretende otro objetivo que hacernos conscientes de la realidad y de sus múltiples dimensiones. Quienes desde Oriente llegaron a Belén siguiendo una estrella, tienen mucho que decir ahí.

Y las tradiciones que no debemos dejar de escuchar y comprender son aquellas en las que nos hemos ido educando generación tras generación. Es patético escuchar expresiones del tipo "transmitamos energía positiva" para un amigo que está en un trance jodido con la salud, de modo que parece fuera de lugar usar un tradicional "recemos por" la mejora de la salud de fulanico. Claro, ¡aquella expresión es muy moderna y esta otra es… precientífica! Si nos esforzamos, podemos ser aún más imbéciles y establecer un nuevo récord.

Porque el simbolismo de los Magos es de una humanidad sobrecogedora: nos aporta contenido para cada una de las dimensiones que desde la antropología cristiana se pretende fortalecer en cada ser humano, y pretende no caer en la alienación del consumo. Se hace esperar el marcador a favor de Melchor y cía…, quienes sólo están para simbolizar las dimensiones de sacerdote, profeta y rey de aquel que les dijeron que había nacido por aquellos días en Belén.

No iba un tío del saco con todos los regalos; no, cada uno tenía un papel muy concreto, para recordarnos cada una de estas tres dimensiones que hemos de desarrollar en nuestras propias vidas. Porque esa es la lección regalada en este mensaje, que en cada uno de nosotros se realiza esta triple dimensión: oro, por rey; incienso, como sacerdote; mirra, por profeta. Poder, trascendencia y debilidad, porque no somos otra cosa: 3-1, resultado final.

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