Ese Papa es mío, y sólo mío

Innecesaria violencia en las críticas que, además, vienen de los que se apropian de la Constitución, la Bandera, el Himno,… ¿y ahora del Papa?

La que se ha liado con la visita de la vicepresidenta Díaz al Papa Francisco. Normal: nada ocurre para que se deje sin criticar. Por lo visto, está muy mal que alguien de Izquierdas visite al líder espiritual que se quieren apropiar las Derechas. Y es que es muy común asociar Derecha y creencia e Izquierdas e increencia, respectivamente, de tal manera que quienes que participamos (y hemos militado políticamente en partidos) de ideas progresistas y, a la vez, vivimos la vida con la trascendencia que nos da creer en el Padre común que nos iguala en derechos, estamos obligados a sentirnos (porque así se nos clasifica) como comunistas en la Iglesia y beatos en el Partido.

Hace ya mucho tiempo que pude vivir cómo los líderes de uno y otro ámbito saben entenderse muy bien entre ellos; se dedican más tiempo a conocerse que a pastorear cada uno su respectiva grey. De hecho, es muy cómodo para ambos saber que no se van a pisar los callos: el pueblo sabe entretenerse muy bien adjudicando maldades al grupo ajeno y bondades al propio.

A mí siempre me ha parecido innecesario que la visita se transmita de esa manera tan en vivo; pero, siendo como han sido otras tantas visitas tan mediatizadas, va siendo hora de que esta otra, donde se encuentran dos personas tan afines a mi forma de sentir, también sea transmitida. Como diría aquél, ¡ya iba siendo hora, hombre! ¿Por qué no va a visitar al Papa de Roma (jefe del Estado Vaticano) quien tiene responsabilidad en un Gobierno de Izquierdas si no fue problema cuando creyentes de derechas fueron gobernantes y visitaron a algún dictador caribeño? Lo peor de todo es la violencia con la que se respiran todas estas cosas. Tal vez se pueda preguntar por los contenidos de la visita; tal vez se pueda pensar en que el interés de Díaz era por sacar votos del nicho cristiano, incluso que lo hiciese por lucir palmito; ¿y qué? Se trasmite una innecesaria violencia en las críticas que, además, vienen de los que se apropian de la Constitución, la Bandera, el Himno,… ¿y ahora del Papa? Pues no, este Papa, como otros tantos símbolos, es el de todos.

Es el Espíritu Santo quien inspira al cónclave, al Colegio Cardenalicio, cada vez que hay que elegir al nuevo obispo de Roma. Y como Roma llega todavía mucho más allá de las siete colinas que la rodean, es de entre toda la cristiandad, revuelta por el ancho mundo, de donde se puede elegir a esa persona.

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