Paradores de Turismo, haciendo historia

¡Quién os ha visto y quién os ve! Desde hace varios años, doy fe que la Red Nacional de Paradores está de capa caída

La historia de los Paradores de Turismo se inicia en la mañana del 1 de agosto de 1926, en el alto del Risquillo, en plena Sierra de Gredos. Han pasado noventa y cinco años desde el inicio de las primeras obras. Nació para refugio de caza para las batidas en busca de capras hispánicas. Se trataba que la burguesía hicieran deporte, vieran mundo y se encontraran como en casa…o mejor.

El 9 de octubre de 1928, y con asistencia de la Casa Real (¡¡cómo no!!), abrió sus puertas con solo 30 habitaciones, biblioteca, gabinete de fumadores y salón de juegos. El servicio de comedor se adjudicó a Lhardy, Zenobia Camprubí, esposa del Nobel Juan Ramón Jiménez, fue la encargada de la decoración y Jacobo Fitz-James, el padre de la Duquesa de Alba, asumió la traducción de los folletos publicitarios que se enviaban al extranjero.

Las sábanas eran de algodón cien por cien, las mantas de pura lana, las ollas de cobre y estaño tenían un grosos especial que les permitía conservar más tiempo el calor…por haber, había hasta agua caliente en algunos cuartos de baño individuales y colectivos, cuando la mayoría del país debía surtirse en pozos.

En pocos años, los Paradores lograron un prestigio que les hizo convertirse en codiciados lugares de reunión, a los que acudía la créme de la sociedad.

La elección de palacios, castillos, fortalezas, conventos y casas señoriales, la búsqueda de mobiliario "ad hoc" en anticuarios, la profusión de tapices, esculturas y obras de arte antiguas y modernas, dotaron a la cadena española de una pátina de exclusividad única en el mundo.

¡¡¡ Quien os ha visto, y quién os ve ¡!! Desde hace varios años, doy fe que la Red Nacional de Paradores está de capa caída. Desde la dirección general no han sabido dotar de medios y profesionales de primerísima línea a cada uno de los establecimientos. Solo unos pocos, muy pocos han estado a la altura de los grandes hoteles de cinco estrellas y cinco estrellas gran lujo. Como nos decía un trabajador de la red, que habla de una "gestión politizada, que se mueve a bandazos, sin una línea clara", hoy, pese a los cerrados por la pandemia y otros con personal en Erte, en los Paradores, "no sobra gente, faltan clientes", además de una buena comercialización. Al día de hoy, sus 94 establecimientos sufren los efectos de la ausencia del turismo extranjero, sus principales clientes.

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