Parásitos sociales

Piensan los parásitos sociales que todo el mundo está en deuda con ellos y no les cabe responsabilidad alguna

Una situación acaso más dolorosa que la de recurrir los padres a los tribunales para retirar la pensión alimenticia a sus hijos mayores de edad, cuando estudiar es una excusa y buscar trabajo no figura entre sus disposiciones, es la de escuchar la queja de los hijos, ante una aciaga perspectiva de futuro, por no haber sido los padres exigentes con ellos en su momento, transigirles todo y sobreprotegerlos inconvenientemente. Sobre todo, cuando compañeros de la infancia o de la adolescencia, aconsejados y en su caso instados o requeridos por sus padres, hubieron de hincar los codos sí o sí y, al cabo, consiguieron empleos u ocupaciones que, ya de jóvenes crecidos, los excluyeron del censo de los "ninis" -ni estudian ni trabajan-.

Se suceden sentencias judiciales para eximir a los progenitores del abono de pensiones a sus hijos adultos que, cumplida la mayoría de edad, estudian pero sin aprovechamiento alguno, como no sea el de mantener la excusa para cobrar la asignación. A modo de muestra, a una mujer de 30 años le retiró el Tribunal Supremo la manutención después de numerosos litigios del padre que pagaba a su hija, desde que cumplió 18 años, 350 euros mensuales, sin que completara su formación, llegando el padre a quedar parado con solo 426 euros al mes.

Estas conflictivas situaciones se explican a partir de un doble fracaso, familiar primero y social después, si es que no son tres cuartos de lo mismo, o guardan relación por consecuencia. Se buscan causas, por otra parte, tanto en la sobreprotección durante la infancia como en el comportamiento inmaduro de los hijos. Incluso se denomina "parásitos sociales" a los mayores de edad que no tienen un sentido o percepción de la realidad que les incumba y piensan que el mundo está en deuda con ellos, sin que les quepa responsabilidad alguna, o, de manera más clara y rotunda, son vagos irredentos.

Para buena parte de los padres que acuden a la vía judicial, la cuestión no es solo o principal-mente económica, sino la razón de un ultimátum -quizás como requerimiento ya tardío- para que sus hijos se enfrenten a los consecuencias de no buscarse la vida con el estudio o el trabajo. Luego una educación sostenida en la sobreprotección y el consentimiento conduce a fracasos mayores. No se olvide, sin embargo, que la mayoría de los jóvenes se desvive en el estudio o el trabajo y no son parásitos sociales sino objetos de explotación.

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