Esta semana, tras publicarse los datos de paro y empleo del mes de junio, acabé metido en una breve polémica a raíz de las opiniones de una dirigente sindical. Breve, porque no soy de los de reflexionar mucho, aunque lo suficiente para plantearme una cuestión ¿puede discreparse de las opiniones de líderes sindicales? En mi caso la respuesta es que si, ya tengo una edad para ser indiferente a respuestas tipo creí que eras progresista. ¿Ser progresista equivale a ser, por citar a Shakespeare y, de paso, dar un toque intelectual a esta columna, un siervo respetuoso que dobla rodilla? Viene esto a cuenta del paro de junio en Almería, única provincia en la que ha subido. Un hecho que, por sí solo, invitaría a cierta moderación pues es complicado afirmar que ello hace necesario derogar la reforma laboral, así, sin más. Salvo que se derogue solo para nuestra provincia y, concretamente en los meses de verano.

¿Cuál es, me parece a mí, el fallo de estas opiniones sobre el desempleo de este mismo mes concreto? Pues que cae en el deporte habitual del análisis coyuntural, el análisis del paro mes a mes. Y si, cierto, el paro subió en junio en Almería, fue además la única provincia, y ese incremento afectó más a las mujeres. ¿Acentúa esto la brecha laboral entre géneros en la provincia? En julio la acentúa y en octubre la aminora. La razón de la subida estacional del paro en verano que tiene su contrapunto en el descenso en otoño es la estructura económica de la provincia con un importante sector del manipulado que emplea mayoritariamente mujeres. Son, además, trabajadoras fijas discontinuas o eventuales, llamadas unas y otras al trabajo al reinicio de la actividad. De esta forma, al finalizar 2018, el total de hombres en paro superaba al de mujeres y la tasa de paro femenina era apenas un punto superior a la masculina. Se necesita más para analizar la diferencia de empleo entre hombres y mujeres en la provincia. De hecho, mientras al finalizar 2018 el total de mujeres ocupadas superaba en 7.400 las existentes antes de la crisis, aún faltaría recuperar 6.600 empleos masculinos para que la ocupación entre los hombres llegue al nivel precrisis. Nada de raro hay en ello, la crisis incidió especialmente en el sector de la construcción que emplea mayoritariamente hombres y las familias se mantuvieron gracias al trabajo de los cónyuges es actividades como el manipulado, precisamente el que descansa en verano. Una conclusión: no hay recetas fáciles contra el paro, la prueba es que llevamos cuarenta años debatiéndolo y sigue siendo un mal español.

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