Quienes sigan esta columna -vaya mi agradecimiento- sabrán que el paro de larga duración es un tema recurrente. En Andalucía los datos de la Encuesta de Población Activa con los que finalizó 2018 recogían que un 34% de los parados de nuestra Comunidad llevan más de dos años sin empleo, a los que se suma otro 12% entre uno y dos años. En conjunto, por tanto, el 46% de los parados lleva al menos un año sin trabajar. Este porcentaje es, sin embargo, inferior al de otras siete Comunidades. Así, encontramos lugares como el País Vasco que con una tasa de paro inferior al 10%, se encuentra con un problema de cronificación del desempleo de larga duración. El 59% de sus parados no trabaja desde hace más de un año. En Almería, según el Observatorio de ocupaciones del SEPE, el 37% de los parados de marzo llevaba más de un año sin trabajo. Si solo contemplamos a los que llevan más de dos, el porcentaje es del 22% del total. Puede parecer mucho y, sin embargo, hace poco más de dos años, diciembre de 2016, el 43% de los parados llevaba al menos un año sin trabajo. El paro de larga duración baja. No está claro cuánto se debe a que esos parados han encontrado empleo y cuanto a que se han jubilado, pues entre ellos abundan los desempleados mayores. En cualquier caso, sigue siendo una cifra elevadísima. Detrás de los datos, no olvidemos, hay personas cuya situación financiera y la de su familia se resiente, que afecta a su salud y a sus expectativas vitales. Otra conclusión es que la forma más segura de convertir a estas personas en parados eternos es dejar el tema al azar. Es decir, prácticamente como hasta ahora, confiando en que unos se jubilen, otros cobren subsidio hasta la jubilación y algunos encuentren empleo por descarte, una vez que todos los empleables que llevaban menos tiempo sin trabajo ya hayan conseguido trabajo y los empresarios sigan necesitando gente. En esto estábamos cuando en el tiempo de descuento político, en la precampaña electoral, el gobierno aprueba un plan para parados de larga duración, Emplea-T, que al principio piensas intenta animar a consumir té y no café. 35 años de medidas contra el paro avalan el escepticismo en estas, pero habrá que intentarlo, al menos. Con un presupuesto de 4.000 millones, y medio millón de posibles beneficiarios de aquí a 2022, incluye 63 medias. Parecerá algo electoralista, pero reducir este tipo de paro debería ser un objetivo de todos los partidos. Beneficia a las familias que fueron más sacudidas por la crisis y permite estimular la economía, ahora que desde el exterior la cosa se enfría.

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