Libertad Quijotesca

Partidos políticos: usos y costumbres

Las peligrosas consecuencias de la ausencia de democracia interna en los partidos políticos las pagamos todos los ciudadanos

Para que la Democracia sea posible es indispensable la generación de un sustrato vital, que atañe a toda la sociedad, en el que pueda arraigar, desarrollarse, regenerarse, y con todo ello, prevalecer a lo largo del tiempo: Educación, cultura, respeto al mérito y honradez intelectual. En naciones democráticas los partidos políticos son entidades de interés público creadas para promover la participación ciudadana en la vida pública, cohesionando a la sociedad en la responsabilidad y objetivo de sostener e innovar un proyecto político común: la nación y su ordenamiento jurídico como estado de derecho. El Artículo número 6 de nuestra Constitución dice: "Los partidos políticos expresan el pluralismo político, concurren a la formación y manifestación de la voluntad popular y son instrumento fundamental para la participación política. Su creación y el ejercicio de su actividad son libres dentro del respeto a la Constitución y la ley. Su estructura, interés y funcionamiento deben ser democráticos". Los partidos no son la nación, ni son dueños de vidas y haciendas. El esfuerzo, los frutos del trabajo, la creatividad y el proyecto de vida de los ciudadanos, no les pertenecen. No son poseedores de los innumerables ámbitos que conforman la cultura humana, desde que Platón nos habló de la posibilidad fascinante de salir de la oscuridad de la caverna. No les pertenecen la ética, literatura, historia ni las matemáticas, física o la pintura al óleo. No están aquí para componer la banda sonora de nuestras vidas con notas de mentiras y dogmas. Nuestra democracia sufre por las acciones antidemocráticas de los partidos políticos. Se ninguneó y traicionó el parlamentarismo por el poder legislativo. La partidocracia se entregó sin paliativos a construir una megalómana estructura endogámica, cuyo negocio es controlar parcelas de poder y acceder al manejo de los recursos públicos en España. Vivir de la política es todo un emporio acotado con territorios bien marcados. El interés general de los ciudadanos, la gestión de los servicios públicos y sus necesidades reales, quedan relegados a los deseos y ambiciones de las "familias de poder" que luchan dentro de los partidos por las plataformas de votos y la configuración de las listas electorales. ¿Cómo van a gobernar nuestra Democracia si desconocen ética y pragmatismo democrático orgánico? Trágico.

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