Carta del Director/Luz de cobre

El Paseo peatonal, sí

Nos nos distraigamos en disputas inútiles. Afrontemos el reto. A la larga la satisfacción será general

Málaga, León, Granada Vitoria, San Sebastián, Sevilla, Toledo... Podría enumerar un buen número más de ciudades en las que la peatonalización del centro no es un concepto surgido anteayer, hace un año o una década. Al contrario. Los proyectos y su posterior ejecución se larvaron y ejecutaron, con criterio, en el último tercio del siglo XX o en los inicios del XXI. He tenido la oportunidad de pasear por el centro de León, desde el Ayuntamiento hasta la Catedral o por la calle Larios de Málaga, por poner dos ejemplos, y les puedo asegurar que el cambio, a mejor en movilidad bien merece el esfuerzo inversor que los consistorios respectivos han hecho.

En todos ellos, si echas mano de la hemeroteca, te encuentras desde el inicio con la oposición, en algunas ocasiones con más vehemencia que en otras, de los comerciantes del lugar, con los automovilistas y si me apuran hasta del último jubilado que disfruta sentado en alguno de los bancos de la acera observando el discurrir del tráfico rodado.

En la capital llevamos años buscando la cuadratura del círculo que nos lleve a la peatonalización de gran parte del casco histórico, incluido el Paseo y calles adyacentes. Se hizo un esfuerzo interesante con los fondos de la recuperación de la crisis de 2007, que nos trajo ejemplos criticados y luego alabados como la calle Reyes Católicos.

Aprovechando la pandemia, desde el Ayuntamiento se ha hecho un experimento en el Paseo, con el cambio del tráfico en algunas calles y dejando un sólo carril desde Puerta de Purchena a la Plaza Emilio Pérez. He escuchado opiniones para todos los gustos, a favor y en contra. En el caso que nos ocupa, pese a los problemas iniciales, creo que ha sido un buen laboratorio para conocer cómo afectará en el futuro la peatonalización de toda la arteria el tráfico de la ciudad. Ahora de lo que se trata es de avanzar con decisión un paso más. Entiendo que hay que seguir dialogando con las partes afectadas, comerciantes, automovilistas, bares, restauración... Pero en la misma medida apostaría porque se tomen decisiones encaminadas a afrontar la obra con la máxima celeridad posible, en la búsqueda de la movilidad sostenible.

Los centros de la ciudades deben ser de los viandantes, para mostrarnos en todo su esplendor las zonas más antiguas, los cascos históricos. Así podremos conjugar la recuperación del comercio de proximidad y compartirlo con las nuevas formas de ocio y restauración que encontramos en ciudades similares a la nuestra, en las que la presencia en la calle es una constante y un modo de vida. No nos distraigamos en disputas inútiles. Afrontemos el reto. Estoy convencido de que a la larga la satisfacción será generalizada, incluso la de los detractores más empedernidos.

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