Paseos salemeronianos

Salmerón fue catedrático de metafísica de la Universidad Central además de político. Su figura es todavía una figura desconocida

Salmerón cogió rambla abajo hasta que llegó al puerto. Justo allí, un poco perdido y sin saber ni reconocer aquella ciudad que había olvidado, decidió girar hacia la izquierda hasta que llegó a la playa del Zapillo. Le costó un poco y su cuerpo, cubierto por su indumentaria decimonómica, elevó excesivamente la temperatura corporal por lo que se sentía sediento. Detectó que los viandantes le miraban con extrañeza pero no con más extrañeza que él a ellos, porque no entendía sus vestuarios. A bote pronto iban todos semidesnudos y con unos colores muy llamativos. Además unas extrañas mascarillas, en algunos casos, terminaban de tejer el cuadro impresionista para sus ojos. ¿Qué ha pasado en Almería? ¿Qué mundo es este? Ya en el paseo marítimo encontró extraños vehículos, un tanto diminutos. Se trataban de tablas con imperceptibles ruedas que desplazaban a los conductores pero no parecían estar movidas por ningún caballo ni motor. ¿Qué energía impulsaba a esos extraños artilugios? A la vez había estruendos y ruidos muy elevados. La música, similar a la de las ferias, le acompañaba entre lo que parecían ser tabernas, bares y restaurantes o algo intermedio entre todos ellos. El mundo había cambiado y él se había perdido muchas décadas. Tuvo el impulso de buscar algún periódico pero no encontró ningún lugar donde comprarlos. Necesitaba saber qué estaba pasando. ¿Qué clase de gobierno había en el país ahora? ¿Existía todavía la censura? ¿La enseñanza por fin era libre? ¿El proletariado había alcanzado la dignidad humana? (ese fue el tema de su discurso inaugural como presidente de la primera República). Exhausto y sin saber que hacer continuó hacia La Térmica mientras soportaba las miradas incisivas de los demás. ¿Qué iba a hacer ahora? Sin respuesta a esta pregunta recordó sus visitas al Círculo Cultural de Almería donde había dado ponencias sobre Descartes. No sabía si aún seguiría existiendo y si de ser así aún aceptarían eventos de esa naturaleza. ¿Se acordarían todavía de él? ¿Sabrían los almerienses que además de político había sido filósofo y que había tenido una cátedra de metafísica en la Universidad Central (hoy Universidad Complutense) que heredó tras él Ortega y Gasset? Apesadumbrado y envuelto en un sin sabor continuo su camino casi deshidratado. Entonces se sentó en un banco y decidió ponerse a reflexionar sobre ese nuevo entorno.

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