Opinión

Antonio Hernando Vera

Abogado

Pateras, aviones y celebraciones

En las últimas semanas han surgido varias polémicas con ocasión de la detección de inmigrantes contagiados por el COVID, que recientemente habían llegado en patera a las costas españolas. Aunque los casos han sido pocos y aislados, su existencia ha sido suficiente para que se hayan escuchado voces relacionando la llegada de inmigrantes con los rebrotes de coronavirus en diferentes provincias españolas. En los meses abril y mayo, en plena curva ascendente de contagios y muertes, quedó meridianamente claro que el COVID atacaba a todas las personas, de cualquier condición social, y especialmente a los más mayores. Prescindiendo de la realidad científica y de las cifras, a algunos les ha faltado tiempo para empezar a relacionar inmigración y COVID. Un discurso que además de segregar cierto tufillo xenófobo y demagógico, hace las delicias de los sectores ideológicos más extremistas.

Por su parte, en la Comunidad de Madrid se responsabiliza del repunte de los contagios a los vuelos procedentes del extranjero que aterrizan en el aeropuerto Adolfo Suárez. Incluso, el supuesto descontrol en la llegada de viajeros o turistas a ese aeropuerto, parece que ser la excusa perfecta para no imponer el uso obligatorio de la mascarilla en la Comunidad, porque según las autoridades madrileñas los rebrotes serían responsabilidad de los miles de personas que llegan y no de los millones que viven en Madrid y se saltan las normas de prevención. Todo ello a pesar de que lo primero que encontramos al llegar a las diferentes terminales de Madrid-Barajas, antes de recoger los equipajes, es un control sanitario en el que se separa a los viajeros de vuelos nacionales de los que proceden de otros países. Pero los hechos no pueden estropear una buena excusa.

Los datos apuntan a que están siendo las reuniones familiares, las celebraciones entre amigos o las noches de copas las principales fuentes de contagio y transmisión del COVID en esta etapa de nueva normalidad. Por eso, sería conveniente que tanto administraciones autonómicas como los propios ciudadanos asumiésemos nuestra parte alícuota de responsabilidad y, en lugar de buscar chivos expiatorios o excusas, pusiésemos todos los medios a nuestro alcance para evitar la propagación de los contagios. Generalizar el uso de la mascarilla no debería de ser discutible a estas alturas, y tampoco tendría que serlo evitar las celebraciones o concentraciones en las que ni se guardan las distancias de seguridad ni se atienden a las recomendaciones de las autoridades sanitarias.

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