Dios, Patria y Rey

Juan Francisco Rojas

Patria y Constitución

La hoja de servicio de nuestra Constitución de 1978 debe recoger una conducta intachable dentro de un Estado de Derecho, configurado a partir de las premisas de libertad, justicia, igualdad y el pluralismo político, garantizando la indisoluble unidad de la Nación española, sin perjuicio del reconocimiento a la autonomía de las regiones que la integran y la solidaridad entre todas ellas. En la historia de España tenemos ejemplos de grandes gobernantes que hicieron de nuestra patria una potencia mundial, al igual que también hemos contado con gobiernos execrables que han provocado grandes crisis. Esto ha llevado en muchas ocasiones al pueblo sacar lo mejor de su esencia para volver a levantarnos y recuperar España la posición que le corresponde. Para conseguir lo que tenemos actualmente jugaron un papel fundamental representantes políticos y sociales de la época. Los acuerdos elaborados por los llamados "Padres de la Constitución" pretendían cicatrizar heridas del pasado y construir un sendero de esperanza y desarrollo basado en los pilares de una democracia, sus derechos y libertades públicas.

Actualmente asistimos a declaraciones de dirigentes políticos que este Gobierno ha legitimado como interlocutores que representan intereses contrarios a nuestra patria y el conjunto de los españoles, ya que buscan su disolución creyendo que atacando a la Constitución acaban con la Nación. Formaciones que no condenan el terrorismo, causan un daño irreparable para multitud de familias; escuchar a un condenado por apología del terrorismo, pertenencia a banda armada, decir que "vienen a democratizar el régimen del 78", cuanto menos pone el vello de punta.

Ahora bien, cualquier Constitución como norma base jurídica no debe ser el fin sino el medio, es decir, que esta debe estar al servicio siempre de la patria, su historia y su tradición, esa que lleva configurando España desde el III Concilio de Toledo en la que el Rey Recaredo hizo profesión católica y reprobó a Arrio y sus doctrinas. Al no ser el fin, sino el medio, esta puede reformarse con los cauces legales marcados, sí, pero fieles a ese legado de nuestros antepasados porque únicamente así afrontaremos, con todas las garantías, retos que se ciernen muchas en forma de amenaza sobre España y su integridad. Citando al político y filósofo Juan Vázquez de Mella: "El pueblo decae y muere cuando su unidad interna, moral, se rompe, y aparece una generación entera, descreída, que se considera anillo roto en la cadena de los siglos, ignorando que sin la comunidad de tradición no hay Patria".

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