La esquina

José Aguilar

jaguilar@grupojoly.com

Pedro resucita ... una vez más

Un principio infalible funciona con Sánchez: nunca hay que darlo por muerto, siempre se reinventa o se reencarna

Con Pedro Sánchez funciona un principio infalible: nunca hay que darlo por muerto. Siempre se recupera, siempre se reinventa, siempre asume la reencarnación que más le conviene en cada coyuntura. Tres semanas después de las elecciones andaluzas que parecían sellar su declive irreversible, ha triunfado hacia afuera y hacia adentro. Mirando a la derecha y a la izquierda. En su versión más convencionalmente atlantista y en su versión más convencionalmente progresista. A la misma vez.

Con el exitazo de la cumbre de la OTAN, el presidente del Gobierno logró recomponer las relaciones con Joe Biden, anclar a España decididamente en el mundo occidental y cobrar protagonismo en la vital contención de la Rusia desestabilizadora. Apoyándose en el PP para aumentar los gastos de Defensa y haciendo oídos sordos al catecismo para pacifistas bobos recitado por sus socios de Podemos. Con el feliz desarrollo del Debate sobre el estado de la Nación, unos días después, ha blindado el bloque de la investidura que le llevó a donde está y se ha asegurado una tranquilidad cogida con alfileres hasta el final de la legislatura (tan sólo el PNV le propinó el consabido pellizco de monja).

Este nuevo Pedro del debate de la nación es el viejo Pedro que, derribado por la conjura de la socialdemocracia y la ambición de Susana Díaz, apeló a la militancia descontenta y radicalizada para ganar las primarias, fundar el sanchismo y llevarlo a la Moncloa con dos mayorías insuficientes. Por el camino aún le dio tiempo a volver al centroizquierda clásico de un PSOE autónomo que nunca gobernaría con Podemos para no sufrir insomnio y, meses después, a precipitar un pacto de coalición con Podemos, entregando a la extrema izquierda una vicepresidencia y cuatro ministerios. El cambio se produjo en lo que fue de mayo a noviembre de 2019. En seis meses.

El último giro -por ahora- se ha demorado un poquito más. El Congreso Federal de octubre de 2021, en la apoteosis del sanchismo, parecía restablecer el discurso socialdemócrata. Es el que, con toda naturalidad, se ha disuelto ahora en el magma del Gobierno más progresista de la Historia. Agobiado por elecciones y encuestas cada día más desfavorables e incapaz de comprender por qué los españoles no se entusiasman con su titánica gestión frente a la crisis y los poderes oscuros, ahora toca vampirizar a Podemos y robarle sus recetas. Un giro a la izquierda, dicen.

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