Perdiendo oportunidades

Yo, por contra, aquí, apegada a la tierra, a una tierra que me ataba, como una cadena a una pesada bola de hierroNo, las nuevas guerras son distintas; No entienden de voluntades, tumban modelos de país

Las palabras de los gobernantes mundiales comienzan a tener ecos de uno de los grandes discursos de la humanidad: el pronunciado por W. Churchill al suceder a N. Chamberlain y conocido como "Sangre, esfuerzo, lágrimas y sudor". Con ese discurso dirigido al Parlamento británico, Churchill pidió confianza y poderes para su mandato y, con una franqueza absoluta, empezó a situar a su pueblo frente a su realidad, que el horror ya estaba a sus puertas, y a prepararlo para enfrentar, de la manera mas heroica y unida, la gran batalla que les esperaba. Esto oyó el pueblo británico aquel día:

"Diré a esta Cámara, tal como le dije a aquellos que se han unido a este Gobierno: No tengo nada que ofrecer, sino sangre, esfuerzo, lágrimas y sudor. Tenemos ante nosotros una prueba de la naturaleza más penosa. Tenemos ante nosotros muchos, muchos largos meses de lucha y de sufrimiento. Me preguntáis: ¿cuál es vuestra política? Os lo diré: hacer la guerra por mar, tierra y aire con toda nuestra potencia y con toda la fuerza que Dios nos pueda dar; hacer la guerra contra una tiranía monstruosa, nunca superada en el oscuro y triste catálogo del crimen humano. Esa es nuestra política. Preguntaréis: ¿cuál es nuestro objetivo? Puedo responderos con una palabra: victoria, victoria a toda costa, victoria a pesar del terror, victoria por largo y duro que sea el camino, porque sin victoria no hay supervivencia. Que quede claro: no habrá supervivencia para el Imperio Británico, no habrá supervivencia para todo lo que el Imperio Británico ha defendido, no habrá supervivencia para el estímulo y el impulso de todas las generaciones, para que la humanidad avance hacia sus metas. Pero asumo mi tarea con ánimo y esperanza. Estoy seguro de que nuestra causa no se malogrará entre los hombres. En este momento me siento capacitado para reclamar la ayuda de todos y por eso digo: Venid, pues, y avancemos juntos con nuestras fuerzas unidas".

Y que así ocurra resulta reconfortantemente alentador porque, como ya habían advertido grandes personalidades, las guerras que ahora debíamos esperar no iban a ser las guerras de aquellas arengas. No, las nuevas guerras son distintas; No entienden de voluntades, tumban modelos de país y la gran lucha se hace desde el confinamiento, la calma, la responsabilidad y la solidaridad. Y por eso, y entendiendo que la grandeza de un discurso está en tener la misma envergadura que la realidad a la que se refiere, de ahí lo histórico de aquel discurso de Churchill, sentí tremendamente el vacío en el ánimo que dejó el pasado mensaje de Felipe VI; Una oportunidad desaprovechada para dar un discurso tan extraordinario como la situación que vivimos. Son momentos para palabras francas, que nos hagan ver que, venga lo que venga, nos encontrará luchando y que nos transmitan que esta guerra no va a dejar a nadie en el camino.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios